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Estado y configuración territorial en el Ecuador 73<br />

Se trataba de una clase dominante de nuevo tipo, diferente a la de la sierra. Era una<br />

clase que creía en el libre comercio y en la inserción en el mercado mundial. Tenían<br />

menos prejuicios raciales, puesto que, las diferencias estaban marcadas por la posición<br />

clasista. En este sentido eran más abiertos a las relaciones interétnicas, a punto<br />

que tenían relaciones más fluidas con los sectores subalternos [...]. Sin duda alguna,<br />

las élites guayaquileñas estaban más cercanas a una conducta secularizada, racional y<br />

moderna, que los diferenciaba claramente de las serranas (Ramón, 2003: 16).<br />

Nace entonces una clase dominante en la Costa ecuatoriana, con un carácter<br />

ambiguo, pues se trataba de una «burguesía intermediaria» en sus relaciones con<br />

el exterior, «una clase rentista y parasitaria que no podía ser la base para una burguesía<br />

nacional» (Guerrero, 1980: 47, cit. por Acosta, 2006: 34).<br />

Diferenciación de localidades y regiones<br />

La constitución del nuevo país «se dio en medio de un creciente conflicto sociopolítico<br />

entre los intereses de los sectores dominantes de la Sierra y de la Costa»<br />

(Acosta, 2006: 26). Más que diferencias locales en disputa, lo que estaba en juego<br />

eran intereses político-económicos contrapuestos que apuntaban a construcciones<br />

socioterritoriales también divergentes, en el marco de la construcción de una<br />

nueva nación.<br />

Las Sierras y las Costas eran ámbitos económicos, sociales, políticos y culturales<br />

diferenciados y con diverso poder político y dinamismo económico. «El<br />

libre comercio acentuó la crisis de la Sierra Centro Norte y Sur, pero al mismo<br />

tiempo favoreció el despegue de la costa que comenzó a articularse al mercado<br />

mundial a través de la venta de cacao» (Ramón, 2004: 141). Estas situaciones<br />

influyeron en la reconfiguración del poder político y la distribución poblacional.<br />

Entre 1785 y 1858 el crecimiento demográfico general del Ecuador registra una<br />

tasa del 0,92% anual, pasando de 409.544 personas en 1785 a 803.973 en 1858. En<br />

este mismo período, la Costa es la única región en ganar peso porcentual al subir<br />

del 7,40% al 13,66%, «mostrando un dinamismo que anuncia un nuevo balance<br />

regional que se concretará en el segundo boom cacaotero en el último cuarto de<br />

siglo» (Ramón, 2004: 141).<br />

Las complejas relaciones y disputas entre la dinámica región costeña y la sierra,<br />

los efectos diferenciados del libre comercio y la vinculación al mercado mundial<br />

en las dos regiones, impidieron una integración real del mercado interno.<br />

Los enlaces interregionales eran débiles y las vías de transporte eran muy malas<br />

(Ramón, 2004: 141-142).<br />

La incapacidad económica de las élites regionales, de la Sierra Centro Norte<br />

y Sur, para desarrollar un proyecto hegemónico para articular a las élites locales<br />

cantonales y parroquiales, produjeron fuertes desplazamientos de población a la<br />

costa en busca de oportunidades. También se registraron disputas por la tierra,<br />

por fuerza de trabajo indígena y por el comercio (Ramón, 2004: 142).<br />

La incapacidad de las élites para articular a sus espacios constituyó un factor importante<br />

para que terminaran negociando sus relaciones entre sí y con el poder central,<br />

y para que apoyaran el proyecto de construcción del estado nacional. Su adscripción<br />

a este proyecto podría explicarse por: (a) la debilidad económica de las élites regionales<br />

que difícilmente podían imponer unilateralmente una propuesta a los restantes

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