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80 Ana María Larrea Maldonado<br />
La desaparición del huasipungo no respondió a un real proceso de democratización<br />
de la tierra y de ampliación del mercado interno, sino a las necesidades<br />
del capital terrateniente de concentrarse en actividades más rentables (Acosta,<br />
2006: 114), configurándose de esta manera una vía de modernización capitalista<br />
sin redistribución social (Larrea, 2006: 82).<br />
El cambio en la tenencia de la tierra se dio principalmente por la vía de la<br />
colonización y de la compra y venta; el mecanismo de la afectación fue minoritario.<br />
Solamente fueron entregadas 901.358 hectáreas por reforma agraria, mientras<br />
que casi 5 millones de hectáreas fueron destinadas a la colonización, lo que<br />
activó el mercado de tierras (Ospina, 2004: 89). «Los grandes grupos hacendarios<br />
regionales lograron retener las mejores tierras, vender sus tierras de mala calidad<br />
y resolver sus conflictos con el campesinado» (Ramón, 2004: 180). A escala<br />
nacional, los cambios en la tenencia de la tierra tuvieron escasa significación, el<br />
coeficiente de Gini de la tierra pasó de 0,86 en 1954 a 0,82 en 1974 y a 0,81 en el año<br />
2000 (Larrea, 2006: 82).<br />
Los procesos de modernización en el agro provocan una agudizada tendencia<br />
migratoria desde las zonas rurales andinas hacia la Costa y la Amazonía, donde<br />
la reforma agraria generó un acelerado proceso de colonización en las zonas de<br />
frontera. La modernización agraria arrasó con las relaciones laborales del antiguo<br />
régimen, generando una pequeña economía campesina que coexiste con las<br />
modernas empresas agrarias (Ospina, 2004: 85).<br />
Quizá el impacto más significativo del proceso de reforma agraria se da en el<br />
campo de las relaciones sociales, pues los indígenas, al dejar de estar sometidos<br />
al sistema de hacienda, por primera vez son considerados como personas y no<br />
como propiedades (Ortiz, 2000: 74-75, cit. por Acosta, 2006: 114-115).<br />
Las últimas cuatro décadas se han caracterizado por la expansión de la frontera<br />
agrícola, la intensificación y especialización productiva y la reestructuración<br />
de la tenencia de la tierra. Los años noventa, sin embargo, evidencian un estancamiento<br />
en el avance de la frontera agrícola, debido a la existencia de poca tierra<br />
baldía. En la Sierra, las únicas zonas susceptibles de ser ocupadas, han pasado a<br />
ser los páramos y las vertientes de la cordillera (Ospina, 2004: 86).<br />
La expulsión de la población de la sierra rural ha conducido a su estancamiento<br />
en términos de crecimiento demográfico (Larrea, 2006: 85).<br />
Una de las expresiones de la especialización productiva es el aumento proporcional<br />
notable de la superficie de pastos cultivados, que<br />
[…] pasó del 25% en 1954 al 62% en 1994. Aunque inicialmente la producción<br />
lechera estuvo asociada a los sectores empresariales, en los últimos veinte años<br />
la ganadería se convirtió en un importante rubro para los campesinos andinos<br />
y sobre todo para los colonos de las tierras bajas y de vertiente de la cordillera<br />
(Ospina, 2004: 88).<br />
En relación a la tenencia de la tierra, en las últimas décadas se observan dos<br />
fenómenos concomitantes: por una parte un proceso de reconcentración de la<br />
tierra, vía mercado, sobre todo en la Costa ecuatoriana; y por otra parte un proceso<br />
de minifundización de la propiedad en la zona andina por partición o herencia.<br />
El proceso de minifundización de la propiedad, junto a la falta de acceso a<br />
tecnología, ha provocado que una buena parte de la economía familiar campesina<br />
de la Sierra ecuatoriana deba dejar la actividad agropecuaria como base de