1gp2NwltQ
1gp2NwltQ
1gp2NwltQ
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
50 Ana María Larrea Maldonado<br />
dominante que excluye a amplios sectores de la población (Barrera, Ramírez y<br />
Rodríguez, 1999: 213). Se produce, de este modo, un desencuentro entre la vida<br />
estatal y la composición social y cultural del país. Para superarlo es indispensable<br />
«dejar de simular modernidad política y homogeneidad cultural en una<br />
sociedad predominantemente premoderna, multicivilizatoria y pluricultural»<br />
(García, s/f: 55).<br />
El fuerte cuestionamiento al carácter excluyente de construcción del Estado<br />
nacional, por parte de aquellos grupos identitarios que quedaron fuera de ese<br />
proceso y que luchaban por el reconocimiento de sus identidades diferenciadas,<br />
hace posible un replanteamiento del carácter del Estado, reconociendo la existencia<br />
y el aporte de las distintas nacionalidades que lo conforman, como «sujetos<br />
políticos y territoriales decisivos para la conformación y consagración de cualquier<br />
orden duradero en el país» (García, s/f: 58). De este modo, el planteamiento<br />
de la plurinacionalidad supone una reconciliación entre Estado y sociedad capaz<br />
de poner fin a la histórica exclusión cultural (García, s/f: 58).<br />
En este sentido, el Estado plurinacional implica pensar a la nación en su<br />
sentido sociológico y cultural antes que estatal. La nación pasa a identificarse con<br />
una comunidad histórica, asentada en un territorio y cuyos miembros comparten<br />
una lengua, una cultura y un pasado común (Vizcaíno, 2007: 37). «Las naciones<br />
son fronteras sociales, territoriales y culturales que existen previamente en<br />
las cabezas de los connacionales y que tienen la fuerza de objetivarse en estructuras<br />
materiales e institucionales» (García, s/f: 36).<br />
Por último, la plurinacionalidad conlleva la construcción de una sociedad<br />
poscolonial. La República ecuatoriana se constituye como tal a partir del orden<br />
colonial, el que pese al proceso de independencia se mantiene a través de nuevas<br />
formas. Las poblaciones colonizadas (indígenas, afroecuatorianos) no alcanzan<br />
con la independencia la categoría de ciudadanos plenos y el proceso de exclusión<br />
y discriminación hacia estos sectores sociales se mantiene en menor grado hasta<br />
la actualidad. Los avances más significativos para superar la exclusión de los pueblos<br />
indígenas y afroecuatorianos se dan apenas en las últimas décadas y como<br />
resultado de importantes procesos de lucha y emancipación liderados por estos<br />
pueblos, particularmente por la población indígena.<br />
En el siglo XIX las élites de todo el mundo crearon mitos y condiciones para<br />
fundar los Estados nacionales. Al contrario de lo que sucedió en Francia, donde el<br />
republicanismo tuvo que ver con una oposición de clase, en América Latina significó<br />
la oposición al régimen colonial. Así la república enfatizó el aspecto unitario<br />
más que los conflictos internos, ignorando la diversidad.<br />
Los criollos utilizaron la idea de «república» como un mito fundador y como utopía<br />
para unificar a la nación. Como mito fundador, la república se refirió a la revolución<br />
independentista como un hecho anticolonial [...]. Como utopía, la república postuló<br />
un imaginario político, legal y social, basado en los principios de libertad e igualdad.<br />
La función de este imaginario fue de inspirar y guiar la construcción de un nuevo<br />
orden social que con el tiempo reemplazaría al orden jerárquico de la colonia (Maiguashca,<br />
1994: 372-373, cit. por Ramón, 2004: 130).<br />
Durante este proceso, subyace la idea de la construcción de la república como<br />
forma de integración. Las diversidades étnicas, culturales, regionales, clasistas,<br />
no fueron reconocidas como un problema social y político. Las élites dominantes