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Borges, Jorge Luis - Obras Completas - Literatura Argentina UNRN

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220 JORGE LUIS BORGES—OBRAS COMPLETAS<br />

un presbiterio roto, con una cruz rota, que estaba en un oscuro<br />

brazo de terreno árido. De un lado yacía el Océano; del otro<br />

lado, Un agua grande, y la luna era llena. Tres veces ha postulado<br />

esa narración una realidad más compleja: la primera, mediante<br />

el artificio gramatical del adverbio así; la segunda y mejor, mediante<br />

la manera incidental de trasmitir un hecho: porque su<br />

herida era profunda; la tercera, mediante la inesperada adición<br />

de y la luna era llena. Otra eficaz ilustración de ese método la<br />

proporciona Morris, que después de relatar el mítico rapto de<br />

uno de los remeros de Jasón por las ligeras divinidades de un<br />

río, cierra de este modo la historia: El agua ocultó a las sonrojadas<br />

ninfas y al despreocupado hombre dormido. Sin embargo,<br />

antes de perderlos el agua, una atravesó corriendo aquel prado<br />

y recogió del pasto la lanza con moharra de bronce, el escudo<br />

claveteado y redondo, la espada con el puño de marfil, y la cota<br />

de mallas, y luego se arrojó a la corriente. Así, quién podrá contar<br />

esas cosas, salvo que el viento las contara o el pájaro que<br />

desde el cañaveral las vio y escuchó. Este testimonio final de seres<br />

no mentados aún, es lo que nos importa.<br />

El tercer método, el más difícil y eficiente de todos, ejerce la<br />

invención circunstancial. Sirva de ejemplo cierto memorabilísimo<br />

rasgo de La gloria de Don Ramiro: ese aparatoso caldo de torrezno,<br />

que se servía en una sopera con candado para defenderlo<br />

de la voracidad de los pajes, tan insinuativo de la miseria decente,<br />

de la retahila de criados, del caserón lleno de escaleras y vueltas<br />

y de distintas luces. He declarado un ejemplo corto, lineal, pero<br />

sé de dilatadas obras —las rigurosas novelas imaginativas de<br />

Wells 1 , las exasperadamente verosímiles de Daniel Defoe— que<br />

1 Así El hombre invisible. Ese personaje —un estudiante solitario de química<br />

en el desesperado invierno de Londres— acaba por reconocer que los<br />

privilegios del estado invisible no cubren los inconvenientes. Tiene que ir<br />

descalzo y desnudo, para que un sobretodo, apresurado y unas botas autónomas<br />

no afiebren la ciudad. Un revólver, en su trasparente mano, es de<br />

ocultación imposible. Antes de asimilados, también lo son los alimentos<br />

deglutidos por él. Desde el amanecer sus párpados nomínales no detienen<br />

la luz y debe acostumbrarse a dormir como con los ojos abiertos. Inútil asimismo<br />

echar el brazo afantasmado sobre los ojos. En la calle los accidentes<br />

de tránsito lo prefieren y siempre está con el temor de morir aplastado.<br />

Tiene que huir de Londres. Tiene que refugiarse en pelucas, en quevedos<br />

ahumados, en narices de carnaval, en sospechosas barbas, en guantes, para que<br />

no vean que es itwisible. Descubierto, inicia en un villorrio ele tierra adentro<br />

un miserable Reino del Terror. Hiere, para que lo respeten, a un hombre.<br />

Entonces el comisario lo hace rastrear por perros, lo acorralan cerca de la<br />

estación y lo matan.<br />

Otro ejemplo habilísimo de fantasmagoría circunstancial es el cuento de Kipling,<br />

The Finest Story in the World, de su recopilación de 1893 Many Inventions.

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