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Borges, Jorge Luis - Obras Completas - Literatura Argentina UNRN

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684 JORGE LUIS BORGES—OBRAS COMPLETAS<br />

sepultura, helado y detenido y entumecido; otras, creía ser feliz. . .<br />

Ahora empiezo a comprender por qué fui prisionero tantos años<br />

en este cuarto solitario y por qué no pude romper sus rejas invisibles.<br />

Si antes hubiera conseguido evadirme, ahora sería duro<br />

y áspero y tendría el corazón cubierto de polvo terrenal. . . En<br />

verdad, sólo somos sombras . . .". En las líneas que acabo de transcribir^<br />

Hawthorne menciona "miles y miles de visiones". La<br />

cifra no es acaso una hipérbole; los doce tomos de las obras completas<br />

de Hawthorne incluyen ciento y tantos cuentos, y éstos<br />

son unos pocos de los muchísimos que abocetó en su diario.<br />

(Entre los concluidos hay uno —Mr. Higginbotham's Catastrophe<br />

[La muerte repetida]— que prefigura el género policial que inventaría<br />

Poe.) Miss Margaret Fuller, que lo trató en la comunidad<br />

utópica de Brook Farm, escribió después: "De aquel océano sólo<br />

hemos tenido unas gotas", y Emerson, que también era amigo<br />

suyo, creía que Hawthorne no había dado jamás toda su medida.<br />

Hawthorne se casó en 1842, es decir, a los treinta y ocho años;<br />

su vida, hasta esa fecha, fue casi puramente imaginativa, mental.<br />

Trabajó en la aduana de Boston, fue cónsul de los Estados Unidos<br />

en Liverpool, vivió en Florencia, en Roma y en Londres, pero<br />

su realidad fue, siempre, el tenue mundo crepuscular, o lunar,<br />

de las imaginaciones fantásticas.<br />

En el principio de esta clase he mencionado la doctrina del<br />

psicólogo Jung que equipara las invenciones literarias a las invenciones<br />

oníricas, la literatura a los sueños. Ésta doctrina no<br />

parece aplicable a las literaturas que usan el idioma español,<br />

clientes del diccionario y de la retórica, no de la fantasía. En<br />

cambio, es adecuada a las letras de América del Norte. Éstas<br />

(como las de Inglaterra o las de Alemania) son más capaces de<br />

inventar que de transcribir, de crear que de observar. De ese<br />

rasgo, procede la curiosa veneración que tributan los norteamericanos<br />

a las obras realistas y que los mueve a postular, por<br />

ejemplo, que Maupassant es más importante que Hugo. La razón<br />

es que un escritor norteamericano tiene la posibilidad de<br />

ser Hugo; no, sin violencia, la de ser Maupassant. Comparada<br />

con la de los Estados Unidos, que ha dado varios hombres de<br />

genio, que. ha influido' en Inglaterra y en Francia, nuestra literatura<br />

argentina corre el albur de parecer un tanto provincial;<br />

sin embargo, en el siglo xix, produjo algunas páginas de realismo<br />

—algunas admirables crueldades de Echeverría, de Ascasubi, de<br />

Hernández, del ignorado Eduardo Gutiérrez— que los norteamericanos<br />

no han superado (tal vez no han igualado) hasta ahora.<br />

Faulkner, se objetará, no es menos brutal que nuestros gauchescos.<br />

f.o es, ya lo sé, pero de un modo alucinatorio. De un modo

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