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Borges, Jorge Luis - Obras Completas - Literatura Argentina UNRN

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692 JORGE LUIS BORGF.S—OBRAS COMPLETAS<br />

prueba el hábito de vincular al nombre de Wilde la noción de<br />

pasajes decorativos.<br />

Leyendo y releyendo, a lo largo de los años, a Wilde, noto<br />

un hecho que sus panegiristas no parecen haber sospechado siquiera:<br />

el hecho comprobable y elemental de que Wilde, casi<br />

siempre, tiene razón. The Soul of Man under Socialism no sólo<br />

es elocuente; también es justo. Las notas misceláneas que prodigó<br />

en la Pall Malí Gazette y en el. Speaker abundan en perspicuas<br />

observaciones que exceden las mejores posibilidades de Leslie<br />

Stephen o de Saintsbury. Wilde ha sido acusado de ejercer una<br />

suerte de arte combinatoria, a lo Raimundo Lidio; ello es aplicable,<br />

tal vez, a alguna de sus bromas ("uno de esos rostros británicos<br />

que, vistos una vez, siempre se olvidan"), pero no al dictamen<br />

de que la música nos revela un pasado desconocido y acaso real<br />

(The Critic as Artist) o aquel de que todos los hombres matan<br />

la cosa que aman (The Bailad of Reading Gaol) o a aquel otro<br />

de que arrepentirse de un acto es modificar el pasado (De Profundis)<br />

o a aquel 1 , no indigno de León Bloy o de Swedenborg,<br />

de que no hay hombre que no sea, en cada momento, lo que ha<br />

sido y lo que será (ibidem). No trascribo estas líneas para veneración<br />

del lector; las alego como indicio.de una mentalidad muy<br />

diversa de la que, en general, se atribuye a Wilde. Éste, si no me<br />

engaño, fue mucho más que un Moréas irlandés; fue un hombre<br />

del siglo xvni, que alguna vez condescendió a los juegos del simbolismo.<br />

Como Gibbon, como Johnson, como Voltaire fue un<br />

ingenioso que tenía razón además. Fue, "para de una vez decir<br />

palabras fatales, clásico en suma". 2 Dio al siglo lo que el siglo<br />

exigía —comedies larrnoyantes para los más y arabescos verbales<br />

para los menos— y ejecutó esas cosas disímiles con una suerte de<br />

negligente felicidad. Lo ha perjudicado la perfección; su obra<br />

es tan armoniosa que puede parecer inevitable y aun baladí. Nos<br />

cuesta imaginar el universo sin los epigramas de Wilde; esa dificultad<br />

no los hace menos plausibles.<br />

Una observación lateral. El nombre de Osear Wilde está vinculado<br />

a las ciudades de ra llanura; su gloria, a'la condena y la<br />

cárcel. Sin embargo (esto lo ha sentido muy bien Hesketh Pearson)<br />

el sabor fundamental de su obra es la felicidad. En cambio, la<br />

valerosa obra de Chesterton, prototipo de la sanidad física y<br />

1 Cf. la curiosa tesis de Leibniz, que tanto escándalo produjo en Arnauld:<br />

La noción de cada individuo encierra a. priori todos los hechos que a éste le<br />

ocurrirán. Según ese fatalismo dialéctico, el hecho de que Alejandro el Grande<br />

moriría en Babilonia es una cualidad de ese rey, como la soberbia.<br />

3 La sentencia es de Reyes, que la aplica al hombre mejicano (Reloj de<br />

Sol. p:ig. 158) .

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