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Borges, Jorge Luis - Obras Completas - Literatura Argentina UNRN

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75'2 JORGE LUIS BORGES—OBRAS COMPLETAS<br />

La última versión se produjo hacia mil setecientos cuarenta y<br />

tantos, en uno de los años que duró la larga agonía de Swift<br />

y que acaso fueron para él un solo instante insoportable, una<br />

forma de la eternidad del infierno. De inteligencia glacial y de<br />

odio glacial había vivido Swift, pero siempre lo fascinó la idiotez<br />

(como fascinaría a Flaubert), tal vez porque sabía que en el confín<br />

la locura estaba esperándolo. En la tercera parte de Gulliver<br />

imaginó con minucioso aborrecimiento una estirpe de hombres<br />

decrépitos e inmortales, entregados a débiles apetitos que no<br />

pueden satisfacer, incapaces de conversar con sus semejantes,<br />

porque el curso del tiempo ha modificado el lenguaje, y de leer,<br />

porque la memoria no les alcanza de un renglón a otro. Cabe<br />

sospechar que Swift imaginó este horror porque lo temía, o acaso<br />

para conjurarlo mágicamente. En 1717 había dicho a Young, el<br />

de los Night Thóughts] "Soy como ese árbol; empezaré a* morir<br />

por la copa." Más que en la sucesión de sus días, Swift perdura<br />

para nosotros en unas pocas frases terribles. Este carácter sentencioso<br />

y sombrío se extiende a veces a lo dicho sobre él, como si<br />

quienes lo juzgaran no quisieran ser menos. "Pensar en él es<br />

como pensar en la ruina de un gran imperio" ha escrito Thackeray.<br />

Nada tan patético, sin embargo, como su aplicación de láí<br />

misteriosas palabras dé Dios.<br />

La sordera, el vértigo, el temor de la locura y finalmente la<br />

idiotez, agravaron y fueron profundizando la melancolía de Swift.<br />

Empezó a perder la memoria. No quería usar anteojos, no podía<br />

leer y ya era incapaz de escribir. Suplicaba todos los días a Dios<br />

que le enviara la muerte. Y una tarde, viejo y loco y ya moribundo,<br />

le oyeron repetir, no sabemos si con resignación, con desesperación,<br />

o como quien se afirma y se ancla en su íntima esencia<br />

invulnerable; Soy lo que soy, soy lo que soy.<br />

Seré una desventura, pero soy, habrá sentido Swift, y también<br />

Soy una parte del u\niverso, tan inevitable y necesaria como las<br />

otras,, y también Soy lo que Dios quiere que sea, soy lo que me<br />

han hecho las leyes universales, y acaso Ser es ser todo.<br />

Aquí se acaba la historia de la sentencia; básteme agregar, a<br />

modo de epílogo, las palabras que Schopenhauer dijo, ya cerca<br />

de la muerte, a Eduard Grisebach: "Si a veces me he creído desdichado,<br />

ello se debe a una confusión, a un error. Me he tomado<br />

por otro, verbigracia, por un suplente que no puede llegar a<br />

titular, o por el acusado en un proceso por difamación, o por<br />

el enamorado a quien esa muchacha desdeña, o por el enfermo<br />

que no puede salir de su casa, o por otras personas que adolecen<br />

de análogas miserias. No he sido esas personas; ello, a lo sumo,<br />

ha sido la tela de trajes que he vestido y que-he desechado. ¿Quién

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