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Borges, Jorge Luis - Obras Completas - Literatura Argentina UNRN

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G7fi JORGE I.UIS BORGES—OBRAS COMPLETAS<br />

sará, a más tardar, dentro de unos días. La mujer, que lo sabe<br />

aficionado a misterios inofensivos, no le pregunta las razones del<br />

viaje. Wakefield está de botas, de galera, de sobretodo; lleva<br />

paraguas y valijas. Wakefield —esto me parece admirable—i no<br />

sabe aún lo que ocurrirá, fatalmente. Saki con la resolución más<br />

o menos firme de inquietar o asombrar a su mujer, faltando una<br />

semana entera de casa. Sale, cierra la puerta de calle, luego la<br />

entreabre y, un momento, sonríe. Años después, la mujer recordará<br />

esa sonrisa última. Lo imaginará en un cajón con la sonrisa<br />

helada en la cara, o en el paraíso, en la gloria, sonriendo<br />

con astucia y tranquilidad, Todos creerán que ha muerto y ella<br />

recordará esa sonrisa y pensará que, acaso, no es viuda. Wakefield,<br />

al cabo de unos cuantos rodeos, llega al alojamiento que tenía<br />

listo. Se acomoda junto a la chimenea y sonríe; está a la vuelta<br />

de su casa y ha arribado al término de su viaje. Duda, se felicita,<br />

le parece increíble ya estar ahí, teme que lo hayan observado y<br />

que lo denuncien. Casi arrepentido, se acuesta; en la vasta cama<br />

desierta tiende los brazos y repite en voz alta: "No dormiré solo<br />

otra noche." Al otro día, se recuerda más temprano que de costumbrey<br />

se pregunta, con perplejidad, qué va a hacer. Sabe que<br />

tiene algún propósito, pero le cuesta definirlo. Descubre, finalmente,<br />

que su propósito es averiguar la impresión que una semana<br />

de viudez causará en la ejemplar señora de Wakefield.<br />

La curiosidad lo impulsa a la calle. Murmura: "Espiaré de lejos<br />

mi casa." Camina, se distrae; de pronto se da cuenta que el hábito<br />

lo ha traído, alevosamente, a su propia puerta y que está por<br />

entrar. Entonces retrocede aterrado. ¿No lo habrán visto; no lo<br />

perseguirán? En una esquina se da vuelta y mira su casa; ésta<br />

le parece distinta, porque él ya es otro, porque una sola noche<br />

ha obrado en él, aunque él no lo sabe, una transformación. En<br />

su alma se ha operado el cambio moral que lo condenará a veinte<br />

años de exilio. Ahí, realmente, empieza la larga aventura. Wakefield<br />

adquiere una peluca rojiza. Cambia de hábitos; al cabo<br />

de algún tiempo ha establecido una nueva rutina. Lo aqueja la<br />

sospecha de que su ausencia no ha trastornado bastante a la<br />

señora Wakefield. Decide no volver hasta haberle dado un buen<br />

susto. Un día el boticario entra en la casa, otro día el médico.<br />

Wakefield se aflige, pero teme que su brusca reaparición pueda<br />

agravar el mal. Poseído, deja correr el tiempo; antes pensaba:<br />

"Volveré en tantos días", ahora, "en tantas semanas". Y así pasan<br />

diez años. Hace ya mucho que no sabe que su conducta es rara.<br />

Corj todo el tibio afecto de que su corazón es capaz, Wakefield<br />

sigue queriendo a su mujer y ella está olvidándolo. Un domingo<br />

por la mañana se cruzan los dos en la xalle, entre las muchedumbres<br />

de Londres. Wakefield ha enflaquecido; camina oblicua-

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