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Borges, Jorge Luis - Obras Completas - Literatura Argentina UNRN

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750 JORGE LUIS BORGES—OBRAS COMPLETAS<br />

HISTORIA DE LOS ECOS DE UN NOMBRE<br />

Aislados en el tiempo y en el espacio, un dios, un sueño y un<br />

hombre que está loco, y que no lo ignora, repiten una oscura<br />

declaración; referir y pesar esas palabras, y sus dos ecos, es el fin<br />

de esta página. •<br />

La lección original es famosa. La registra el capítulo tercero<br />

del segundo libro de Moisés, llamado Éxodo. Leemos ahí que el<br />

pastor de ovejas, Moisés, autor y protagonista del libro, preguntó<br />

a Dios Su Nombre y Aquel le dijo: Soy El Que Soy. Antes de<br />

examinar estas misteriosas palabras quizá no huelgue recordar<br />

que para el pensamiento mágico, o primitivo, los nombres no son<br />

símbolos arbitrarios sino parte vital de lo que definen. 1 Así, los<br />

aborígenes de Australia reciben nombres secretos que no deben oír<br />

los individuos de la tribu vecina. Entre los antiguos egipcios prevaleció<br />

una costumbre análoga; cada persona recibía dos nombres:<br />

el nombre pequeño que era de todos conocido, y el nombre verdadero<br />

o gran nombre, que se tenía oculto. Según la literatura<br />

funeraria, son muchos los peligros que corre el alma después<br />

de la muerte del cuerpo; olvidar su nombre (perder su identidad<br />

personal) es acaso el mayor. También importa conocer los verdaderos<br />

nombres de los dioses, de los demonios y de las puertas<br />

del otro mundo. 2 Escribe Jacqués Vandien "Basta saber el nombre<br />

de una divinidad o de una criatura divinizada para tenerla en su<br />

poder." (La religión égyplienne, 1949). Parejamente, De Quincey<br />

nos recuerda que era secreto el verdadero nombre de Roma; en<br />

los últimos días de la República, Quinto Valerio Sorano cometió<br />

el sacrilegio de revelarlo, y murió ejecutado.<br />

El salvaje oculta su nombre para que a éste no lo sometan a<br />

operaciones mágicas, que podrían matnr, enloquecer o esclavizar<br />

a su poseedor. En los conceptos de calumnia y de injuria perdura<br />

esta superstición, o su sombra; no toleramos que al sonido de<br />

nuestro nombre se vinculen ciertas palabras. Mauthner ha analizado<br />

y ha fustigado este hábito mental.<br />

1 Uno de los diálogos platónicos, el Cratilo, discute y parece negar una<br />

conexión necesaria de las palabras y las cosas.<br />

2 Los gnósticos heredaron o redescubrieron esta singular opinión. Se formó<br />

así un vasto vocabulario de nombres propios, que Basílides (según Ireneo)<br />

redujo a la palabra cacofónica ó cíclica Kaulakau, suerte de llave universal<br />

de todos los cielos.

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