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Borges, Jorge Luis - Obras Completas - Literatura Argentina UNRN

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DISCUSIÓN 265<br />

Milton, Tasso y Virgilio se consagraron a la ejecución de poemas;<br />

Flaubert fue el primero en consagrarse (doy su rigor etimológica<br />

a esta palabra) a la creación de una obra puramente estética<br />

en prosa. En la historia de las literaturas, la prosa es posterior al<br />

verso; esta paradoja incitó la ambición de Flaubert. "La prosa<br />

ha nacido ayer", escribió. "El verso es por excelencia la forma<br />

de las literaturas antiguas. Las combinaciones de la métrica se<br />

han agotado; no así las de la prosa." Y en otro lugar: "La novela<br />

espera a su Homero."<br />

El poema de Milton abarca el cielo, el infierno, el mundo y<br />

el caos, pero es todavía una Ilíada, una Ilíada del tamaño del<br />

universo; Flaubert, en cambio, no quiso repetir o superar un<br />

modelo anterior. Pensó que cada cosa sólo puede decirse de un<br />

modo y que es obligación del escritor dar con ese modo. Clásicos<br />

y románticos discutían atronadoramente y Flaubert dijo que sus<br />

fracasos podían diferir, pero que sus aciertos eran iguales, porque<br />

lo bello siempre es lo preciso, lo justo, y un buen verso de<br />

Boileau es un buen verso de Hugo. Creyó en una armonía preestablecida<br />

de lo eufónico y de lo exacto y se maravilló de la<br />

"relación necesaria entre la palabra justa y la palabra musical".<br />

Esta superstición del lenguaje habría hecho tramar a otro escritor<br />

un pequeño dialecto de malas costumbres sintácticas y prosódicas;<br />

no así a Flaubert, cuya decencia fundamental lo salvó de<br />

los riesgos de su doctrina. Con larga probidad persiguió el mot<br />

juste, que por cierto no excluye el lugar común y que degeneraría,<br />

después, en el vanidoso mot rare de los cenáculos simbolistas.<br />

La historia cuenta que el famoso Laotsé quiso vivir secretamente<br />

y no tener nombre; pareja voluntad de ser ignorado y<br />

pareja celebridad marcan el destino de Flaubert. Éste quería no<br />

estar en sus libros, o apenas quería estar de un modo invisible,<br />

como Dios en sus obras; el hecho es que si no supiéramos previamente<br />

que una misma pluma escribió Salammbó y Madame<br />

fíovary no lo adivinaríamos. No menos innegable es que pensar<br />

en la obra de Flaubert es pensar en Flaubert, en el ansioso y laboriosos<br />

trabajador de las muchas consultas y de los borradores<br />

inextricables. Quijote y Sancho son más reales que el soldado<br />

Helena de Troya, en la Ilíada, teje un tapiz, y lo que teje son batallas')' desventuras<br />

de la guerra de Troya. En la Eneida, el héroe, prófugo de la guerra<br />

de Troya,.arriba a Cartago y ve figuradas en un templo escenas de esa guerra<br />

y, entre tantas imágenes de guerreros, también la suya. En la segunda "Jeru-<br />

Mllén", Godofredo recibe a los embajadores egipcios en un pabellón historiado<br />

cuyas pinturas representan sus propias guerras. De las tres versiones, la<br />

ultima es la menos feliz.

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