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Borges, Jorge Luis - Obras Completas - Literatura Argentina UNRN

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OTRAS INQUISICIONES 755<br />

imperfecto, lo significativo de aquel pasaje del uno al dos, de<br />

la unidad a la pluralidad y así a lo infinito. Con el segundo<br />

actor entraron el diálogo y las indefinidas posibilidades de la<br />

reacción de unos caracteres sobre otros. Un espectador profético<br />

hubiera visto que multitudes de apariencias futuras lo acompañaban:<br />

Hamlet y Fausto y Segismundo y Macbeth y Peer Gynt,<br />

y otros que, todavía, no pueden discernir nuestros ojos.<br />

Otra jornada histórica he descubierto en el curso de mis leeturas.<br />

Ocurrió en Islandia, en el siglo xm de nuestra era; digamos,<br />

en 1225. Para enseñanza d,e futuras generaciones, el historiador<br />

y polígrafo Snorri Sturlason, en su finca de Borgarfjord,<br />

escribía la última empresa del famoso rey Harold Sigurdarson,<br />

llamado el Implacable (Hardrácfa), que antes había militado en<br />

Bizancio, en Italia y en África. Tostig, hermano del rey sajón de<br />

Inglaterra, Harold Hijo de Godwin, codiciaba el poder y había<br />

l conseguido el apoyo de Harold Sigurdarson. Con un ejército noruego<br />

desembarcaron en la costa oriental y rindieron el castillo<br />

de Jorvik (York). Al sur de Jorvik los enfrentó el ejército sajón.<br />

Declarados los hechos anteriores, el texto de Snorri prosigue:<br />

"Veinte jinetes se allegaron a las filas del invasor; los hombres,<br />

y también los caballos, estaban revestidos de hierro. Uno de los<br />

jinetes gritó:<br />

—¿Está aquí el conde Tostig?<br />

—No niego estar aquí —dijo el conde.<br />

—Si verdaderamente eres Tostig ---dijo el jinete— vengo a decirte<br />

que tu hermano te ofrece su perdón y una tercera parte<br />

del reino.<br />

—Si acepto —dijo Tostig— ¿qué dará al rey Harold Sigurdarson?<br />

—No se ha olvidado de él —contestó el jinete—. Le dará seis<br />

pies de tierra inglesa y, ya que es tan alto, uno más.<br />

—Entonces —dijo Tostig— dile a tu rey que pelearemos hasta<br />

morir.<br />

Los jinetes se fueron. Harold Sigurdarson preguntó, pensativo:<br />

—¿Quién era ese caballero que habló tan bien?<br />

—Harold hijo de Godwin."<br />

Otros capítulos refieren que antes que declinara el sol de ese<br />

día el ejército noruego fue derrotado. Harold Sigurdarson pereció<br />

en la batalla y también el conde (Heirnskringla, X, 92).<br />

Hay un sabor que nuestro tiempo (hastiado, acaso, por las<br />

torpes imitaciones de los profesionales del patriotismo) no suele<br />

percibir sin algún recelo: el elemental sabor de lo heroico. Me<br />

aseguran que el Poema del Cid encierra ese sabor; yo lo he sentido,<br />

inconfundible, en versos de la Eneida ("Hijo, aprende de<br />

mí, valor y verdadera firmeza; de otros, el éxito"), en la balada<br />

anglosajona de Maldon ("Mi pueblo pagará el tributo con lan-

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