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Borges, Jorge Luis - Obras Completas - Literatura Argentina UNRN

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OIRÁS INQUISICIONES 703<br />

PASCAL<br />

Mis amigos me dicen que los pensamientos de Pascal les sirven<br />

para pensar. Ciertamente, no hay nada en el universo que no sirva<br />

de estímulo al pensamiento; en cuanto a mí, jamás he visto en<br />

esas memorables fracciones una contribución a los problemas, ilusorios<br />

o verdaderos, que encaran. Las he visto más bien como predicados<br />

del sujeto Pascal, como rasgos o epítetos de Pascal. Así,<br />

como la definición quintessence of dust no nos ayuda a comprender<br />

a los hombres sino al príncipe Hamlet, la definición rosean pensant<br />

no nos ayuda a comprender a los hombres pero sí a un<br />

hombre, Pascal.<br />

Valéry, creo, acusa a Pascal de una dramatización voluntaria;<br />

el hecho es que su libro no proyecta la imagen de una doctrina<br />

o de un procedimiento dialéctico sino de un poeta perdido en<br />

el tiempo y en el espacio. En el tiempo, porque si el futuro y el<br />

pasado son infinitos, no habrá realmente un cuándo; en el espacio,<br />

porque si todo ser equidista de lo infinito y de lo infinitesimal,<br />

tampoco habrá un dónde. Pascal menciona con desdén "la opinión<br />

de Copérnico", pero su obra refleja para nosotros el vértigo de<br />

un teólogo, desterrado del orbe del Almagesto y extraviado en el<br />

universo copernicano de Kepler y de Bruno. El mundo de Pascal<br />

es el de Lucrecio (y también el de Spencer), pero la infinitud<br />

que embriagó al romano acobarda al francés. Bien es verdad<br />

que éste busca a Dios y que aquél se propone libertarnos del<br />

temor de los dioses.<br />

Pascal, nos dicen, halló a Dios, pero su manifestación de esa<br />

dicha es menos elocuente que su manifestación de la soledad.<br />

Fue incomparable en ésta; básteme recordar, aquí, el famoso fragmento<br />

207 de la edición de Brunschvieg (Combien de royaumes<br />

nous ignorent!) y aquel otro, inmediato, en que habla de "la infinita<br />

inmensidad de espacios que ignoro y que me ignoran".<br />

En el primero, la vasta palabra royaumes y el desdeñoso verbo final<br />

impresionan físicamente; alguna vez pensé que esa exclamación<br />

era de origen bíblico. Recorrí, lo recuerdo, las Escrituras; no di<br />

con el lugar que buscaba, y que tal vez no existe, pero sí con su<br />

perfecto reverso, con las palabras temblorosas de un hombre que<br />

se sabe desnudo hasta la entraña bajo la vigilancia de Dios. Dice<br />

el Apóstol (I Corintios, XIII: 12): "Vemos ahora por espejo, en<br />

oscuridad; después veremos cara a cara: ahora conozco en parte;<br />

pero después conoceré como ahora soy conocido."

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