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4. ¡Allá tú! (su opsëi). Literalmente: «Tú verás». Judas hizo una tardía confesión de su pecado de traicionar sangre inocente ante el Sanedrín, pero no a<br />
Dios ni a Jesús. El Sanedrín ignora la sangre justa o inocente (haima athöion o dikaion) y le dicen a Judas que se ocupe él mismo de su propia culpa. También<br />
echan a un lado la propia culpa de ellos en este asunto. El uso de su opsëi como futuro volitivo, un equivalente al imperativo, es más común en latín (tu videris)<br />
que en griego, aunque en Koinë también se encuentra. El sentimiento es el de Caín (Grotius, Bruce).<br />
5. Se ahorcó (apëgxato). Voz media directa. Su acto fue repentino, después de haber echado el dinero en el santuario (eis ton naon), el recinto sagrado en<br />
el que estaban los sacerdotes. Los motivos de Judas en la traición estaban mezclados, como sucede generalmente con los criminales. El dinero fue para él una<br />
motivación menor, excepto como expresión de menosprecio como el precio corriente de un esclavo.<br />
6. En el tesoro (eis ton korbanän). Josefo (Guerras II, 9, 4) emplea este mismo término para designar la tesorería sagrada. korban es un término arameo<br />
que significa don (döron), como se ve en Marcos 7:11. El precio de sangre era contaminación para la tesorería, como es evidente en Deuteronomio 23:18ss. Los<br />
rabinos sabían muy bien cómo hacer sutilezas con el korban (Mr. 7:1–23; Mt. 15:1–20), pero ante este dinero de sangre se detienen.<br />
7. El campo del alfarero (tou agrou tou kerameös). Grotius sugiere que era un campo pequeño donde se obtenía la arcilla para la alfarería, como una<br />
bóbila (Broadus). En otro caso no sabemos a qué se debe el nombre. En Hch. 1:18 tenemos otro relato de la muerte de Judas, al reventar (posiblemente cayendo<br />
después de colgarse) después de haber obtenido el campo con la paga de su iniquidad. Pero es posible que aquí ektësato se refiera al empleo rabínico del korban:<br />
que el dinero seguía siendo de Judas aunque hubiera ya muerto, por lo que realmente «adquirió» el campo con su precio de sangre.<br />
8. Campo de sangre (agros haimatos). Este nombre le fue dado porque era el precio de la sangre, y ello no es inconsecuente con Hch. 1:18ss. El campo<br />
del alfarero lleva hoy la idea aquí iniciada de lugar de sepultura para extranjeros que no tienen otro lugar donde yacer (eis taphën tois xenois), probablemente al<br />
principio judíos de otros lugares muriendo en Jerusalén. En Hechos (1:19) es llamado Acéldama o Lugar de sangre (chörion haimatos) por la razón de que la<br />
sangre de Judas fue derramada allí, y aquí porque fue comprado con dinero de sangre. Ambas razones pueden ser ciertas.<br />
9. Por medio del profeta Jeremías (dia Ieremiou). Esta cita viene principalmente de Zacarías 11:13, aunque no con un lenguaje exacto. En Jeremías<br />
18:18 el profeta cuenta de una visita a la casa de un alfarero y en 32:6ss. de la compra de un campo. Es en Zacarías que se mencionan las treinta piezas de<br />
plata. Se ofrecen muchas teorías para la combinación de Zacarías y Jeremías y de su atribución de todo ello a Jeremías, como en Marcos 1:2ss. la cita de Isaías<br />
y Malaquías es atribuida totalmente a Isaías como el principal de los dos. Broadus y McNeile dan una plena consideración a las varias teorías, desde un mero<br />
desliz mecánico hasta la acabada de dar. Mateo tiene aquí (27:10) «el campo del alfarero» (eis ton agron tou kerameös) por «al alfarero en la casa del Señor» en<br />
Zacarías 11:13. Esto lo pone más en paralelo con el lenguaje de Mateo 27:7.<br />
11. Jesús, pues, estaba de pie delante del gobernador (ho de Iësous estathë emprosthen tou hëgemonos). Aquí tenemos uno de los más dramáticos<br />
episodios de la historia. Jesús frente al gobernador romano. El verbo estathë, no estë (segundo aoristo, voz activa), es primer aoristo, voz pasiva, y puede significar<br />
«fue puesto» allí, pero de pie, no sentado. El término hëgemön (de hëgeomai, conducir) denotaba técnicamente un legatus Caesaris, un oficial del Emperador,<br />
más exactamente procurador, gobernador bajo el Emperador de una provincia menos importante que un propraetor (como el que estaba sobre Siria). Las provincias<br />
senatoriales como Acaya eran gobernadas por procónsules. Pilato era el representante de la ley romana. ¿Eres tú el rey de los judíos? (Su ei ho basileus tön<br />
Ioudaiön?).<br />
Esto era lo que verdaderamente importaba. Mateo no da las acusaciones presentadas por el Sanedrín (Lc. 23:2) ni la entrevista privada con Pilato (Jn.<br />
18:28–32). Él no podía dejar caer la acusación de que Jesús pretendía ser Rey de los judíos. O él podría ser acusado ante César por deslealtad. Había buen<br />
número de rivales y pretendientes por el imperio. Así que, aquí había uno más. Con su respuesta (Tú lo dices), Jesús confiesa que lo es. Así que Pilato se encuentra<br />
con un problema. ¿Qué clase de rey pretende ser éste que tiene ante él? ¿Tú (su) el Rey de los judíos?<br />
[p 68] 14. Mas no le respondió, ni siquiera una sola palabra (V.M.) (kai ouk apekrithë autöi pros oude hen rhëma). Jesús rehusó responder a las acusaciones<br />
de los judíos (v. 12). Ahora persistió en su silencio bajo las preguntas directas de Pilato. El griego es aquí muy preciso además de la doble negación.<br />
«No le contestó ni siquiera en una sola palabra.» Esta silenciosa dignidad dejó asombrado a Pilato, y sin embargo se quedó extrañamente impresionado.<br />
17. A Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? (Barabbän ë Iësoun ton legomenon Christon;). Pilato estaba aferrándose a un clavo ardiendo o buscando<br />
alguna salida para escaparse de condenar a un pobre lunático o al expositor de un culto supersticioso, tal como él consideraba que era Jesús, y desde luego<br />
no un rival, en lo político, de César. Los judíos interpretaron el título «Cristo» ante Pilato como una afirmación de ser Rey de los judíos en oposición a César, «una<br />
actuación totalmente carente de escrúpulos» (Bruce). Así, le vino a la memoria la ancestral costumbre para la pascua de liberar al pueblo «un preso, el que quisiesen»<br />
(desmion hom ëthelon). No se ha descubierto ningún caso paralelo, pero Josefo menciona esta costumbre (Antigüedades XX, 9, 3).<br />
Por la razón que fuera, Barrabás era un héroe popular, un preso notable (episëmon), si no notorio, cabecilla de una insurrección o revuelta (Mr. 15:7), probablemente<br />
contra Roma, y por ello culpable de aquel mismo crimen que intentaban atribuir a Jesús, que sólo afirmaba ser rey del reino espiritual. Así, Pilato, sin<br />
querer, enfrentó a los dos prisioneros que representaban las fuerzas antagonistas de todas las edades.<br />
Hay una estructura elíptica en la siguiente pregunta: «¿A quién queréis que os suelte?» (tina thelete apolusö?), bien dos preguntas en una (asíndeton) o la<br />
elipse de hina antes de apolusö. Ver el mismo modismo en el versículo 21. Pero la pregunta de Pilato puso a prueba a los judíos así como a él mismo. Y pone a<br />
prueba a todos los hombres hoy. Algunos MSS. añaden el nombre de Jesús a Barrabás, y ello lo pone tanto más contrastado: ¿Jesús Barrabás o Jesús el Cristo?<br />
18. Por envidia (dia phthonon). Pilato era torpe acerca de muchas cosas, pero sabía que los líderes judíos eran celosos del poder que tenía Jesús sobre el<br />
pueblo. Puede que hubiera oído acerca de los acontecimientos de la Entrada Triunfal y de su Enseñanza en el Templo. La envidia, naturalmente, provenía primariamente<br />
de los líderes.<br />
19. Su mujer (hë gunë autou). El pobre Pilato se estaba viendo más enredado a cada momento mientras dudaba acerca de liberar a Jesús, de quien sabía<br />
que estaba exento de todo crimen contra el César. Precisamente en el momento en que estaba intentando reunir apoyo de parte del pueblo en favor de Jesús en<br />
contra de la trama de los líderes judíos, su esposa le mandó un mensaje acerca de Jesús. Ella llama a Jesús «ese justo» (töi dikaiöi ekeinöi), y los sufrimientos<br />
anímicos de ella aumentaron los supersticiosos temores de Pilato. La tradición le asigna el nombre de Procla, e incluso afirma que fue cristiana, lo que no es probable.<br />
Pero fue suficiente para enervar al débil Pilato al sentarse en el tribunal (epi tou bëmatos) en el enlosado.<br />
20. Persuadieron (epeisan). Los principales sacerdotes (saduceos) y los ancianos (fariseos) vieron el peligro de la situación, y no se descuidaron. Mientras<br />
Pilato vacilaba en sus preguntas, ellos emplearon todas sus mañas para conseguir que la multitud «pidieran para sí mismos» (aitësöntai, aoristo indirecto ingresivo<br />
de subjuntivo en voz media) y eligieran a Barrabás, y no a Jesús.<br />
22. ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? (ti oun poiësö Iësoun ton legomenon Christon;). Habían pedido a Barrabás bajo las sugerencias del<br />
Sanedrín, pero Pilato les apremió el problema de Jesús, con la débil esperanza de que pudieran también pedir su liberación. Pero habían aprendido la lección.<br />
Algunos de los mismos que gritaran «Hosanna» aquella mañana de domingo en la Entrada Triunfal gritaban ahora ¡Sea crucificado! (stauröthëtö). La marea iba