JEFFADAMS – Salmo 119 Una odisea al corazón de Dios
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CÓMO SER CONFIADO SIN SER ARROGANTE 101<br />
que le han sido enseñados por un «sapo g<strong>al</strong>áctico» que encontró en una<br />
laguna llena <strong>de</strong> neblina. En esta edición reciente <strong>de</strong> la «historia sin fin», este<br />
cab<strong>al</strong>lero usa una espada <strong>de</strong> luz en lugar <strong>de</strong> una <strong>de</strong> met<strong>al</strong> mientras intenta<br />
rescatar a la hermosa princesa.<br />
¿Por qué es que t<strong>al</strong>es historias son tan populares? Si se cuentan <strong>de</strong> modo<br />
apropiado y creativo, <strong>de</strong>spiertan fantasías secretas que existen en nuestro<br />
interior. Representan lo que nosotros pensamos que nos gustaría ser: aventureros<br />
que pue<strong>de</strong>n enfrentar cu<strong>al</strong>quier situación, vencer a cu<strong>al</strong>quier adversario,<br />
escapar <strong>de</strong> cu<strong>al</strong>quier peligro. Queremos el control y la confianza <strong>de</strong><br />
saber que siempre prev<strong>al</strong>eceremos. Los pocos ejemplos anteriores <strong>de</strong>l mundo<br />
<strong>de</strong>l cine representan los dioses <strong>de</strong> nuestros panteones mo<strong>de</strong>rnos. Nos<br />
inclinamos ante ellos porque ellos tienen <strong>al</strong>go que a nosotros nos f<strong>al</strong>ta: confianza.<br />
Estos ejemplos, y toda la colección <strong>de</strong> historias <strong>de</strong> la mitología <strong>de</strong> las<br />
generaciones pasadas, no son más que la vanidad <strong>de</strong> la cu<strong>al</strong> David pidió a<br />
<strong>Dios</strong> que apartara sus ojos en el <strong>S<strong>al</strong>mo</strong> <strong>119</strong>:37. Son sueños vaporosos que<br />
tempor<strong>al</strong>mente llenan el vacío <strong>de</strong> muchos corazones. No tienen más sustancia<br />
que el relleno <strong>de</strong> crema batida <strong>de</strong> un bizcocho barato. Sin embargo, repetidamente<br />
las escuchamos. Los bizcochos baratos no prometen tener<br />
mucho v<strong>al</strong>or nutritivo: sólo nos pue<strong>de</strong>n hacer engordar. ¡Pero qué bien saben<br />
en ese breve instante que toma <strong>de</strong>vorarlos!<br />
Más preocupante es compren<strong>de</strong>r por qué el hombre no es capaz <strong>de</strong> huir<br />
<strong>de</strong> esta fantasía oculta. En el interior <strong>de</strong>l <strong>corazón</strong> <strong>de</strong>l hombre hay una pasión.<br />
No nos gusta hablar <strong>de</strong> ella, ni siquiera admitir que existe, pero <strong>al</strong>lí<br />
está: ¡nosotros también queremos ser dioses!<br />
Satanás sabía esto cuando tentó a Eva. Ella acaparó por completo cuando<br />
<strong>de</strong>l fruto prohibido dijo lo siguiente: «Sino que sabe <strong>Dios</strong> que el día que comáis<br />
<strong>de</strong> él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como <strong>Dios</strong>, sabiendo el bien y el m<strong>al</strong>»<br />
(Gn. 3:5). Ello sabía porque este era el mismo <strong>de</strong>seo que se movía en su<br />
<strong>corazón</strong>. «Sobre las <strong>al</strong>turas <strong>de</strong> las nubes subiré, y seré semejante <strong>al</strong> Altísimo»<br />
(Is. 14: 14).<br />
Creo que <strong>Dios</strong> fue quien puso este <strong>de</strong>seo en nuestros corazones. Siempre<br />
1}a sido su plan el establecer un reino <strong>de</strong> seres semejantes a <strong>Dios</strong> con quienes<br />
El pudiera tener comunión en una celebración mutua <strong>de</strong> amor. Pablo entendió<br />
que éste era el propósito que <strong>Dios</strong> tenía <strong>al</strong> s<strong>al</strong>varnos. «Porque a los que<br />
antes conoció, también lospre<strong>de</strong>stinó para que fuesen hechosconformes a la imagen<br />
<strong>de</strong> su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos» (Ro. 8:29).<br />
Este es el fin <strong>de</strong>l crecimiento cristiano: el ser como Cristo.<br />
El asunto es cómo llegar a ser semejantes a <strong>Dios</strong>. La vana tentación <strong>de</strong>l<br />
diablo es reforzar el sueño que los hombres tenemos <strong>de</strong> <strong>al</strong>canzar ese estado<br />
por medio <strong>de</strong> nuestros propios esfuerzos. Sin embargo, el plan <strong>de</strong> <strong>Dios</strong> es<br />
que con humildad confiemos en su po<strong>de</strong>r para que El nos haga semejantes a<br />
Cristo. Si Adán y Eva hubieran continuado en comunión con la voz <strong>de</strong> <strong>Dios</strong><br />
que se paseaba por el huerto <strong>al</strong> aire <strong>de</strong>l día (Gn. 3:8), ellos habrían llegado a<br />
ser conformes a la imagen <strong>de</strong>l <strong>Dios</strong> Todopo<strong>de</strong>roso. Ellos optaron tomar un<br />
atajo pecaminoso y como resultado todos hemos sufrido la consecuencia <strong>de</strong>