JEFFADAMS – Salmo 119 Una odisea al corazón de Dios
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20 SALMO <strong>119</strong>: UNA OmSEA AL CORAZÓN DE mos<br />
joven bien parecido, pero lo que lo distinguía era su hermosura interior, no<br />
su apariencia externa. Su <strong>corazón</strong> era diferente.<br />
El <strong>S<strong>al</strong>mo</strong> <strong>119</strong> es <strong>de</strong>scribe <strong>de</strong> forma tan explícita los <strong>de</strong>t<strong>al</strong>les <strong>de</strong> una correcta<br />
actitud <strong>de</strong> <strong>corazón</strong> hacia la P<strong>al</strong>abra <strong>de</strong> <strong>Dios</strong>, que me resulta difícil concebir<br />
que su autor pudiera ser <strong>al</strong>guien aparte <strong>de</strong> David. Quienquiera que lo<br />
haya escrito obviamente era poseedor <strong>de</strong> una hermosura interior muy po<strong>de</strong>rosa.<br />
Si usted usa las p<strong>al</strong>abras <strong>de</strong> este s<strong>al</strong>mo como las oraciones <strong>de</strong> su <strong>corazón</strong><br />
en una forma fiel y consistente, usted también será transformado en una<br />
persona hermosa <strong>de</strong> ojos.<br />
Hace muchos años servía como pastor <strong>de</strong> los adultos jóvenes en nuestra<br />
iglesia. <strong>Una</strong> joven que asistía a nuestra iglesia sufría los efectos <strong>de</strong> una<br />
enfermedad <strong>de</strong>bilitante. La enfermedad afectaba su sistema muscular y hacía<br />
que su rostro se <strong>de</strong>formara. Caminaba con mucha dificultad. Y sin embargo,<br />
era una <strong>de</strong> esas personas especi<strong>al</strong>es que amaba tanto a <strong>Dios</strong> y a su P<strong>al</strong>abra que<br />
ella podía transformar la atmósfera <strong>de</strong> una s<strong>al</strong>a llena <strong>de</strong> personas con el po<strong>de</strong>r<br />
<strong>de</strong> su person<strong>al</strong>idad. Ella siempre ha sido ejemplo para mí <strong>de</strong> lo que <strong>Dios</strong> pue<strong>de</strong><br />
hacer <strong>al</strong> hombre interior. Pocas personas prestaban atención a sus facciones<br />
exteriores porque su presencia interior era sumamente dominante.<br />
Las características físicas <strong>de</strong> esta joven no eran 10 que la mayoría <strong>de</strong> las<br />
personas consi<strong>de</strong>rarían «hermoso»; en el caso <strong>de</strong> David, él era «<strong>de</strong> buenparecer».<br />
En ambos casos, la apariencia exterior no es lo que importa. El hombre<br />
exterior no es lo que importa. La hermosura interior <strong>de</strong> una persona<br />
pue<strong>de</strong> sobrepasar cu<strong>al</strong>esquiera características exteriores que posean. Por otro<br />
lado, aún la gente «hermosa» pue<strong>de</strong> tornarse repulsiva si tienen una person<strong>al</strong>idad<br />
m<strong>al</strong>igna que sobrepasa su apariencia exterior.<br />
El versículo 12 nos ofrece otra característica <strong>de</strong> David, pues nos dice que<br />
era «rubio». Esta p<strong>al</strong>abra, que nos dice que David era <strong>de</strong> tez rojiza (no necesariamente<br />
lo que hoy día se entien<strong>de</strong> por rubio), aparece tan sólo cinco<br />
veces en la Biblia Reina-V<strong>al</strong>era.<br />
Esaú era un varón «rubio» (Gn. 25:25). Hay otro individuo «rubio» en la<br />
Biblia, que también nos pinta un cuadro profético <strong>de</strong>l Señor Jesucristo. La<br />
sulamita dice <strong>de</strong> su amante, S<strong>al</strong>omón: «Mi amado es blanco y rubio, señ<strong>al</strong>ado<br />
entre diez mil» (Cnt. 5:10).<br />
Esto nos recuerda que David también es tipo <strong>de</strong> Cristo. T<strong>al</strong> como David,<br />
el SeñorJesucristo no sobres<strong>al</strong>ió por su apariencia externa. Isaías profetizó:<br />
«Subirá cu<strong>al</strong>renuevo <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él, y como raíz <strong>de</strong> tierra seca; no hayparecer en él,<br />
ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le <strong>de</strong>seemos. Despreciado y<br />
<strong>de</strong>sechado entre los hombres, varón <strong>de</strong> dolores, experimentado en quebranto; y como<br />
que escondimos <strong>de</strong> él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos» (Is. 53:2, 3).<br />
Las personas que vieron a Cristo se sintieron atraídas a él, no porque<br />
tuviera apariencia <strong>de</strong> lí<strong>de</strong>r, sino por el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> su persona. Esta hermosura<br />
interior es lo que preparó a David para ser lí<strong>de</strong>r <strong>de</strong> hombres. Esto es lo que<br />
<strong>Dios</strong> tenía en su <strong>corazón</strong> cuando buscó a un rey para la nación <strong>de</strong> Israel.<br />
La hermosura interior <strong>de</strong> David fue producto <strong>de</strong> su <strong>de</strong>voción a la P<strong>al</strong>abra<br />
<strong>de</strong> <strong>Dios</strong>. Pasó largas noches meditando en ella mientras cuidaba los rebaños<br />
<strong>de</strong> su padre. Aun si <strong>al</strong>guien pudiera probar más <strong>al</strong>lá <strong>de</strong> toda duda que David