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JEFFADAMS – Salmo 119 Una odisea al corazón de Dios

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UNA LUZ EN LA NIEBLA lIS<br />

Cuando afuera está oscuro, ¿cómo saber cuándo, y cómo, y a quién hemos<br />

<strong>de</strong> testificar? Muchos corren ciegamente por la oscuridad, gritando las<br />

buenas nuevas <strong>de</strong> la s<strong>al</strong>vación. No hay duda <strong>de</strong> su sinceridad ni <strong>de</strong> su propósito.<br />

Sin embargo, con frecuencia echan abajo cosas en la oscuridad y <strong>al</strong>guien<br />

s<strong>al</strong>e lastimado. A menudo su eficacia no es la mejor. Es por esto que<br />

<strong>Dios</strong> nos ha provisto una lámpara en la oscuridad. E§ por esto también que<br />

David le pi<strong>de</strong> a <strong>Dios</strong> que «me enseñes tus juicios». El sabía que tenía que<br />

sujetarse la lámpara a los pies.<br />

En el siguiente versículo muy conocido, observe la conexión entre los<br />

pies y el testimonio <strong>de</strong> la boca: «¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?<br />

Como está escrito: ¡Cuán hermososson lospies <strong>de</strong> losque anuncian la paz, <strong>de</strong> losque<br />

anuncian las buenas nueuas!» (Ro. 10:15). <strong>Dios</strong> nos da una lámpara para nuestros<br />

pies, para que sepamos dón<strong>de</strong> ponerlos <strong>al</strong> andar por el camino anunciando<br />

las nuevas <strong>de</strong> gran gozo.<br />

<strong>Una</strong> luz en el peligro<br />

«Mi vida está <strong>de</strong> continuo en peligro, mas no me he olvidado <strong>de</strong> tu ley»<br />

(S<strong>al</strong>. <strong>119</strong>:109). /<br />

David conocía lo que era estar en peligro. El vivió una parte <strong>de</strong> su vida<br />

huyendo <strong>de</strong> sus enemigos, quienes buscaban hacerle daño. Su vida había<br />

estado en peligro más <strong>de</strong> una vez. El príncipe <strong>de</strong> los predicadores, Charles<br />

Haddon Spurgeon, dijo: «El hombre que lleva su vida en sus manos <strong>de</strong>be<br />

llevar la ley en su <strong>corazón</strong>». Este es el sentido que David da en este versículo.<br />

Pero él entendía que la vida era mucho más que su cuerpo físico, y que el<br />

peligro que enfrentaba era mucho más que el <strong>de</strong> unos cuantos hombres.<br />

Sabía que había un peligro que podía dañar todo su ser: el <strong>de</strong> andar por el<br />

camino sin la luz <strong>de</strong> la P<strong>al</strong>abra <strong>de</strong> <strong>Dios</strong>.<br />

La vida compren<strong>de</strong> tres áreas: el cuerpo, el <strong>al</strong>ma (la mente, voluntad y<br />

emociones <strong>de</strong>l hombre) y el espíritu. <strong>Dios</strong> nos ha dado la responsabilidad <strong>de</strong><br />

ser buenos mayordomos <strong>de</strong> nuestra vida. «¿O ignoráis que vuestro cuerpo es<br />

templo <strong>de</strong>l Espíritu Santo, el cu<strong>al</strong> está en vosotros, el cu<strong>al</strong> tenéis <strong>de</strong> <strong>Dios</strong>, y que no<br />

sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a <strong>Dios</strong> en<br />

vuestro cuerpo yen uuestro espíritu, loscu<strong>al</strong>esson <strong>de</strong> <strong>Dios</strong>» (1 Ca. 6:19,20). Aunque<br />

nuestro cuerpo pertenece a <strong>Dios</strong>, El nos lo ha confiado. Es responsabilidad<br />

suya lo que usted haga con él.<br />

Nos ro<strong>de</strong>a el peligro en este mundo y la manera en la cu<strong>al</strong> enfrentamos<br />

ese peligro es la clave para vivir una vida confiada en medio <strong>de</strong>l peligro. La<br />

voluntad <strong>de</strong> <strong>Dios</strong> es que nos apartemos para El. «y el mismo <strong>Dios</strong> <strong>de</strong> paz os<br />

santifique por completo;y todo vuestro ser; espíritu, <strong>al</strong>ma y cuerpo, sea gU<strong>al</strong>'dado<br />

irreprensible para la venida <strong>de</strong> nuestro Seiior Jesua"isto» (1 Ts. 5:23).<br />

Usted es mayordomo <strong>de</strong> su vida. Tendrá que rendir cuentas ante <strong>Dios</strong>,<br />

quien se la ha confiado a usted. ¿Qué hará con ella? Si usted es sabio, respon<strong>de</strong>rá<br />

como David: «Mas no me he olvidado <strong>de</strong> tu ley».<br />

Vivimos en un mundo peligroso. Nuestros tres gran<strong>de</strong>s enemigos: el mundo,<br />

la carne y el diablo (Ef. 2:2, 3) están listos para <strong>de</strong>struimos. Nuestras vidas<br />

están continuamente en peligro. Está oscuro y no po<strong>de</strong>mos ve¡' qué hacer. ¿A

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