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JEFFADAMS – Salmo 119 Una odisea al corazón de Dios

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U. ESCUEU. DE U AFLICCIÓN 151<br />

bosque, en don<strong>de</strong> los participantes tenían que trabajar en equipo para lograr<br />

ciertos objetivos.<br />

Un hombre se me acercó <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l evento para compartirme su testimonio.<br />

¡Estaba jubiloso! lVle dijo: «Pastor, hay dos temores que he tenido<br />

toda la vida: el miedo a las <strong>al</strong>turas v el miedo a la oscuridad. Este fin <strong>de</strong><br />

semana tuve que enfrentar los dos temores, No bajé por el precipicio una<br />

vez, sino dos veces. ¡Hasta lo disfruté! Anoche tuve que andar por el bosque<br />

en la oscuridad. Aprendí que si podía confiar en el Señor para vencer estos<br />

dos obstáculos pequeños, ¡cómo no vaya confiar en El en las cosas que <strong>de</strong><br />

veras son importantes!»<br />

Esa es precisamente la conclusión que buscábamos. Hay <strong>de</strong>masiados cristianos<br />

que se sientan en sus cómodos sillones en estudios bíblicos celebrados<br />

en <strong>al</strong>gún hogar o en bancas acolchadas en auditorios <strong>de</strong> iglesias con aire<br />

acondicionado, mientras proponen teorías sobre cómo bat<strong>al</strong>lar contra <strong>de</strong>monios<br />

imaginarios. En la sociedad materi<strong>al</strong>ista en que vivimos, nosotros<br />

los cristianos ten<strong>de</strong>mos a aislarnos <strong>de</strong> la re<strong>al</strong>idad. Nos tornamos <strong>de</strong>scuidados<br />

y carecemos <strong>de</strong> la disciplina necesaria para participar <strong>de</strong> la verda<strong>de</strong>ra<br />

guerra espiritu<strong>al</strong>.<br />

Cuando nuestros corazones se engrosan, estamos a un paso <strong>de</strong> forjar mentiras.<br />

A veces sólo nos engañamos a nosotros mismos. Sean cu<strong>al</strong>es sean las<br />

circunstancias, estos versículos nos enseñan que si usted se matricula en la<br />

Escuela <strong>de</strong> la Aflicción, se verá atacado por los soberbios y los <strong>de</strong> <strong>corazón</strong><br />

engrosado.<br />

Corazonesfieles<br />

Las actitu<strong>de</strong>s negativas que acabamos <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar contrastan con el<br />

<strong>corazón</strong> fiel y las actitu<strong>de</strong>s positivas <strong>de</strong>l <strong>al</strong>umno <strong>de</strong> la aflicción que estamos<br />

consi<strong>de</strong>rando. Al enfrentar las mentiras forjadas <strong>de</strong> los soberbios, David dice:<br />

«Masyo gumodaré <strong>de</strong> todo corazon tus mandamientos» (S<strong>al</strong>. <strong>119</strong>:69b).<br />

Después <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir que sus enemigos tienen un <strong>corazón</strong> engrosado «como<br />

sebo», el s<strong>al</strong>mista dice: «Mas yo en tu ley me he regocijado» (S<strong>al</strong>. <strong>119</strong>:7üb). En<br />

ninguno <strong>de</strong> los casos vemos que él reaccione contra sus atacantes. No intenta<br />

ajustar cuentas ni vengarse. Esta es la respuesta clave, y la que todos <strong>de</strong>biéramos<br />

imitar: la aflicción lleva <strong>al</strong> s<strong>al</strong>mista hacia la P<strong>al</strong>abra <strong>de</strong> <strong>Dios</strong>.<br />

El <strong>corazón</strong> fiel <strong>de</strong>l s<strong>al</strong>mista contrasta con los corazones engrosados y las<br />

mentiras forjadas <strong>de</strong> los soberbios. Cuando sufre pruebas por la aflicción, el<br />

s<strong>al</strong>mista renueva su <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> guardar la P<strong>al</strong>abra <strong>de</strong> <strong>Dios</strong>: «Mas yo guardaré<br />

<strong>de</strong> todo <strong>corazón</strong> tus mandamientos». Luego, hace una <strong>de</strong>cisión directa y consciente<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>leitarse en la P<strong>al</strong>abra <strong>de</strong> <strong>Dios</strong>, en lugar <strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r directamente<br />

a sus atacantes: «Mas yo en tu ley me he regocijado».El no se <strong>de</strong>ja dominar<br />

por sus emociones, sino por la P<strong>al</strong>abra <strong>de</strong> <strong>Dios</strong>.<br />

¿Cuál es su respuesta natur<strong>al</strong> ante la aflicción? ¿Maquina usted ajustar<br />

cuentas con sus atacantes? ¿Busca cómo justificarse, convenciéndose que su<br />

posición es la correcta? ¿O permite que la aflicción lo lleve directamente a la<br />

P<strong>al</strong>abra <strong>de</strong> <strong>Dios</strong>?<br />

Este capítulo presenta un reto especi<strong>al</strong> para mí. Escribí la primera parte

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