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JEFFADAMS – Salmo 119 Una odisea al corazón de Dios

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210 SALMO <strong>119</strong>: UNA ODISEA AL CORAZÓN DE DIOS<br />

Con frecuencia hablamos <strong>de</strong> nuestro «andar en Cristo». Consi<strong>de</strong>remos<br />

<strong>al</strong>gunas <strong>de</strong> las Escrituras que tratan sobre este tema. Hemos <strong>de</strong> andar en<br />

nuestra nueva vida en Cristo. «Porque somos sepultadosjuntamente con él para<br />

muertepor el bautismo, afin <strong>de</strong> que como Cristo resucitó <strong>de</strong> los muertospor la gloria<br />

<strong>de</strong>l Padre, así también nosotros an<strong>de</strong>mos en vida nueva» (Ro. 6:4).<br />

Este andar <strong>de</strong>be ser conforme <strong>al</strong> Espíritu y en el Espíritu. «Ahora, pues,<br />

ninguna con<strong>de</strong>nación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme<br />

a la carne, sino conforme <strong>al</strong> Espíritu» (Ro. 8:1). «Digo, pues: Andad en el<br />

Espíritu, y no satisfagáis los <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> la carne» (Gá. 5:16). «Si vivimos por el<br />

Espiritu, an<strong>de</strong>mos también pOlO elEspíritu» (Gá. 5:25).<br />

Nuestro andar ha <strong>de</strong> ser digno. «YO pues, preso en el Señor; os ruego que<br />

andéis como es digno <strong>de</strong> la vocación con que fuisteis llamados» (Ef. 4: 1). «Para que<br />

andéis como es digno <strong>de</strong>l Señor; agradándole en todo, llevando fruto en toda buena<br />

obra,y creciendo en el conocimiento <strong>de</strong> <strong>Dios</strong>» (Col. 1:10). «Yos encargábamos que<br />

anduvieseis como es digno <strong>de</strong> <strong>Dios</strong>, que os llamó a su reino y gloria» (1 Ts. 2:12).<br />

Hay otras cosas que <strong>de</strong>ben ser parte <strong>de</strong> nuestro andar. «An<strong>de</strong>mos como <strong>de</strong><br />

día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujuriasy lascivias, no en<br />

contiendas y envidia» (Ro. 13:13). «Porque somos hechura suya, creadosen Cristo<br />

Jesús para buenas obras, las cu<strong>al</strong>es <strong>Dios</strong> preparó <strong>de</strong> antemano para que anduviésemos<br />

en ellas» (Ef. 2:10). «yandad en amor; como también Cristo nos amó, y se<br />

entl-egó a símismo por nosotros, ofrenday sacrificioa <strong>Dios</strong> en olorfragante» (Ef. 5:2).<br />

«Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Sdi07'; andad como<br />

hijos <strong>de</strong> luz» (Ef. 5:8). «Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios<br />

sino como sabios» (Ef. 5:15).<br />

Todo esto está bien, pero ¿qué hacemos cuando no po<strong>de</strong>mos ver por dón<strong>de</strong><br />

andamos? ;Qué hacemos cuando nos ro<strong>de</strong>a la niebla <strong>de</strong> la vida? La Biblia<br />

nos enseña que vivimos en un mundo <strong>de</strong> tinieblas. Cuando las tinieblas a<br />

nuestro <strong>al</strong>re<strong>de</strong>dor son tan <strong>de</strong>nsas que no po<strong>de</strong>mos ver el camino que tenemos<br />

por <strong>de</strong>lante, ¿qué hacemos?<br />

El s<strong>al</strong>mista dijo: «Lampara es a mis pies tu p<strong>al</strong>abra». Observe cuidadosamente<br />

que el versículo dice «pies» y no «ojos». ¿Ha intentado <strong>al</strong>guna vez<br />

atravesar un bosque oscuro en una noche sin luna armado sólo con una linterna<br />

<strong>de</strong> bolsillo? Esta no emite suficiente luz para iluminar el bosque, pero<br />

apenas emite suficiente para iluminar un buen lugar en don<strong>de</strong> poner nuestro<br />

pie <strong>al</strong> dar el paso siguiente.<br />

La vida en este mundo <strong>de</strong> tinieblas es así. No habrá luz suficiente para<br />

iluminar <strong>al</strong> mundo entero hasta que el Sol <strong>de</strong> justicia s<strong>al</strong>ga (M<strong>al</strong>. 4:2). Pero sí<br />

tenemos una lámpara que emite más que suficiente luz para iluminar nuestro<br />

paso siguiente: es la P<strong>al</strong>abra <strong>de</strong> <strong>Dios</strong>.<br />

Recuer<strong>de</strong>, la lámpara es para nuestros pies, no para nuestros ojos. Hemos<br />

<strong>de</strong> andar por fe y no por vista (2 Ca. 5:7). Cuando ponemos nuestra fe en lo<br />

que la Biblia dice, las p<strong>al</strong>abras <strong>de</strong> <strong>Dios</strong> se tornan en una lámpara a nuestros<br />

pies que nos muestra dón<strong>de</strong> dar el paso siguiente: el paso siguiente, no necesariamente<br />

todos los pasos que daremos en el resto <strong>de</strong> nuestras vidas. Y sin<br />

embargo, cuando aplicamos esa lámpara a nuestros pies, tenemos lo que<br />

David llama una «lumbrera a mi camino». Cuando nuestros pies andan según

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