JEFFADAMS – Salmo 119 Una odisea al corazón de Dios
JEFFADAMS – Salmo 119 Una odisea al corazón de Dios
JEFFADAMS – Salmo 119 Una odisea al corazón de Dios
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
250 SALMO <strong>119</strong>: UNA ODISEA AL CORAZÓN DE DIOS<br />
su vida será transformada. Su actitud <strong>de</strong> <strong>corazón</strong> hacia la Biblia no seguirá<br />
siendo igu<strong>al</strong>.<br />
Lo que sigue es un gran mo<strong>de</strong>lo para la oración. Estos versículos siguientes<br />
constituyen un patrón que el hombre común pue<strong>de</strong> seguir diariamente para<br />
<strong>de</strong>sarrollar una vida <strong>de</strong> conocimiento, sabiduría y entendimiento. Hay siete<br />
peticiones individu<strong>al</strong>es. Si estas siete áreas <strong>de</strong> oración llegan a formar parte<br />
<strong>de</strong> su propia vida, usted siempre gozará <strong>de</strong> una vida po<strong>de</strong>rosa <strong>de</strong> oración.<br />
Pedir comunión<br />
«Mirame» (S<strong>al</strong>. <strong>119</strong>:132a).<br />
Esta es una petición <strong>de</strong> comunión con <strong>Dios</strong>. Un niño pequeño dice: «jMírame,<br />
papito!» El amor y la confianza en su papá lleva a ese niño a <strong>de</strong>sear ser<br />
objeto <strong>de</strong> su atención. Ya sea <strong>al</strong> batear una pelota, o mecerse en un columpio,<br />
o manejar bicicleta por primera vez, el niño quiere una sola cosa: «j1\1írame,<br />
papito!» /<br />
Israel también quería gozarse en la bendición y favor <strong>de</strong> <strong>Dios</strong> y clamó a El<br />
en el <strong>de</strong>sierto. «Mira <strong>de</strong>s<strong>de</strong> tu morada santa, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cielo, y bendicea tu pueblo<br />
Israel, y a la tierra que nos has dado, como juraste a nuestros padres, tierra que<br />
fluye lechey miel» (Dt. 26:15).<br />
La comunión con <strong>Dios</strong> es petición <strong>de</strong> todo aquel que tenga un <strong>corazón</strong><br />
recto <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> <strong>Dios</strong>. El sentimiento <strong>de</strong> culpa llevó a Adán y Eva a escon<strong>de</strong>rse<br />
<strong>de</strong> <strong>Dios</strong> y evitar la dulce comunión con la Voz que se paseaba con ellos<br />
en el huerto. Un creyente que suspira por la P<strong>al</strong>abra <strong>de</strong> <strong>Dios</strong> en su vida<br />
pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir confiadamente: «[Mírame, papito!»<br />
Nada llena <strong>de</strong> más satisfacción a un niño, o a un creyente en Jesucristo,<br />
que el gozar <strong>de</strong> la aprobación <strong>de</strong> su Padre amante. ¿Pue<strong>de</strong> usted <strong>de</strong>cir que<br />
este aspecto forma parte <strong>de</strong> su vida <strong>de</strong> oración? Con <strong>de</strong>masiada frecuencia<br />
nuestras oraciones son poco más que una visita relámpago para comunicarle<br />
a <strong>Dios</strong> lo que querernos.<br />
El ser cristiano es una relación, no una religión. La oración es parte <strong>de</strong> la<br />
relación con <strong>Dios</strong>. Un entendimiento correcto <strong>de</strong> la Biblia le dará un entendimiento<br />
correcto <strong>de</strong> esa relación. A medida que usted crezca en su relación<br />
con El, el tiempo que usted pasa con su Padre celesti<strong>al</strong> aumentará, tan solo<br />
para disfrutar <strong>de</strong> la bendición <strong>de</strong> Su aprobación. Es la confianza que infun<strong>de</strong><br />
el tener una relación sólida con <strong>Dios</strong> lo que nos permite <strong>de</strong>cir: «jMírame!»<br />
Pedir misericordia<br />
«y ten misericordia <strong>de</strong> mí, como acostumbras con los que aman tu nombre»<br />
(S<strong>al</strong>. <strong>119</strong>:132b).<br />
Un niño siempre está consciente <strong>de</strong> que no importa cuán bien haga cu<strong>al</strong>quiera<br />
<strong>de</strong> sus activida<strong>de</strong>s, su padre siempre las hace mejor. Esto <strong>de</strong>bería animar<br />
<strong>al</strong> niño, y no atemorizarle, <strong>al</strong> saber que su padre está <strong>al</strong>lí para enseñarle<br />
las cosas que necesita.<br />
A medida que continuarnos nuestra relación con nuestro Padre celesti<strong>al</strong>,<br />
nos hacernos más conscientes <strong>de</strong> nuestra natur<strong>al</strong>eza pecaminosa. No importa<br />
cuán duro trabajemos, nunca llegaremos a tener el nivel <strong>de</strong> santidad <strong>de</strong>