JEFFADAMS – Salmo 119 Una odisea al corazón de Dios
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158 SALMO <strong>119</strong>: UNA ODISEA AL CORi\zÓN DE DIOS<br />
leemos: «Todaslascosas ha hecho Jehová para sí mismo,y aun <strong>al</strong> impíopara el día<br />
m<strong>al</strong>o».<br />
Hasta en el Nuevo Testamento es necesario que prestemos atención particular<br />
a la doctrina <strong>de</strong> la creación. Es fundament<strong>al</strong> en lo que Pablo enseña a<br />
los efesios y a los colosenses. «y<strong>de</strong> aclarar a todos cuál sea la dispensación <strong>de</strong>l<br />
misterio escondido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los siglos en <strong>Dios</strong>, que creó todas las cosas» (Ef. 3:9). Y<br />
también: «Porque en élfueron creadas todas las cosas, las que hay en loscielos y las<br />
que hay en la tierra.snsibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, seanprincipados,<br />
seanpotesta<strong>de</strong>s; todo fue creado por medio <strong>de</strong> ély para él» (Col. 1:16).<br />
¿Acaso <strong>Dios</strong> creó este universo sólo para <strong>de</strong>jarlo que orbitara por sí solo?<br />
Si existe <strong>al</strong>gún propósito para esta vida, ¿a quién preguntarle sino a <strong>Dios</strong>?<br />
¿Acaso nos creó solamente para que pudiéramos respirar, trabajar, comer,<br />
sufrir y morir? ¿Es eso todo lo que ofrece esta vida?<br />
Nosotros los creyentes pertenecemos a <strong>Dios</strong> por <strong>de</strong>recho doble: por creación<br />
y por re<strong>de</strong>nción. «¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo <strong>de</strong>l Espíritu<br />
Santo, el cu<strong>al</strong> estáen vosotros, elcu<strong>al</strong> tenéis<strong>de</strong> <strong>Dios</strong>, y que no soisvuestros? Porque<br />
habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a <strong>Dios</strong> en vuestro cuerpo y en<br />
uuestro espíritu, los cu<strong>al</strong>es son <strong>de</strong> <strong>Dios</strong>» (1 Ca. 6:19, 20). La i<strong>de</strong>a es esta: «Tú<br />
me hiciste, <strong>Dios</strong> ... ¿Por qué estoy aquí?» No hay maestro que pueda dar<br />
mejor respuesta a esa pregunta que el Creador <strong>de</strong>l <strong>al</strong>umno.<br />
A veces me entretengo observando cómo los críticos <strong>de</strong> arte o <strong>de</strong> obras<br />
cinematográficas se esfuerzan por enten<strong>de</strong>r los distintos matices <strong>de</strong> significado<br />
<strong>de</strong> una obra <strong>de</strong> arte o <strong>de</strong>l cine. Después resulta que el artista ni siquiera<br />
tenía cosas semejantes en mente. Pareciera que tenemos esta ten<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong><br />
querer averiguar las cosas por nosotros mismos, cuando usu<strong>al</strong>mente po<strong>de</strong>mos<br />
ir directamente don<strong>de</strong> el Creador. Afortunadamente, ya diferencia <strong>de</strong><br />
los artistas <strong>de</strong>l arte clásicos ya f<strong>al</strong>lecidos, en el asunto más crítico <strong>de</strong> toda la<br />
vida el Creador está con nosotros. Po<strong>de</strong>mos pedirle directamente que nos<br />
dé entendimiento.<br />
Este era el problema <strong>de</strong> Job. Él se enfocó tanto en su aflicción que no<br />
pudo enfocarse en el creador. ¿No le parece interesante que <strong>Dios</strong>, t<strong>al</strong> como<br />
dijimos en la sección anterior, nunca le explicó directamente a Job la causa<br />
<strong>de</strong> su aflicción? En lugar <strong>de</strong> ello, le dio un discurso sobre la creación y la<br />
ciencia. ¡Olví<strong>de</strong>se <strong>de</strong> la aflicción! El propósito <strong>de</strong>l hombre es dar gloria a su<br />
Creador. «Te <strong>al</strong>abaré; porque[ormidables, maravillosasson tus obras; estoy maravillado,<br />
y mi <strong>al</strong>ma lo sabe muy bien» (S<strong>al</strong>. 139:14).<br />
¿Qué propósito tiene su vida? ¿Está tan absorto en su aflicción presente<br />
que no pue<strong>de</strong> ver más <strong>al</strong>lá <strong>de</strong> sus narices? Con frecuencia <strong>de</strong>seamos conocer<br />
el propósito <strong>de</strong> nuestra vida sólo para satisfacer nuestra curiosidad intelectu<strong>al</strong><br />
o nuestro ego carn<strong>al</strong>. Esto nos lleva a la siguiente <strong>de</strong>claración que David<br />
hace, y a nuestra siguiente lección.<br />
La dirección <strong>de</strong> nuestro propósito siempre es hacia afuera<br />
David dice <strong>al</strong>go curioso: «Los que te temen me verán, y se <strong>al</strong>egrarán, porque<br />
en tu p<strong>al</strong>abra he esperado» (S<strong>al</strong>. <strong>119</strong>:74).<br />
A pesar <strong>de</strong> estar cargado por la aflicción y luchando por h<strong>al</strong>lar