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Curso de Economía Ecológica. Martínez Alier

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Neolíticos), también los recursos genéticos pecuarios, forestales y, más recientemente, piscícolas.<br />

Recor<strong>de</strong>mos también las muchas plantas medicinales, usadas en la medicina tradicional o que han<br />

servido <strong>de</strong> base <strong>de</strong> productos comerciales. Las comunida<strong>de</strong>s indígenas han tenido un papel muy<br />

relevante en la conservación y co-evolución <strong>de</strong> tales recursos. Pero la mayor parte <strong>de</strong> la biodiversidad<br />

no tiene un valor utilitario actual, es <strong>de</strong> hecho <strong>de</strong>sconocida. Su mayor valor es un valor <strong>de</strong> opción,<br />

<strong>de</strong> cara al uso futuro, y tal vez sobre todo un valor <strong>de</strong> existencia que nace <strong>de</strong> la falta <strong>de</strong> <strong>de</strong>recho<br />

<strong>de</strong> la humanidad a <strong>de</strong>struir esa biodiversidad. El valor <strong>de</strong> existencia surge <strong>de</strong> una disposición<br />

moral o ética humana, lejos <strong>de</strong> una valoración utilitaria. Este aspecto fue poco <strong>de</strong>stacado en la<br />

Convención <strong>de</strong> Biodiversidad.<br />

La Convención <strong>de</strong> Biodiversidad abolió la i<strong>de</strong>a que los recursos genéticos eran patrimonio <strong>de</strong> la<br />

humanidad. Reconoce el <strong>de</strong>recho soberano <strong>de</strong> los Estados sobre los recursos en sus propios territorios,<br />

menciona favorablemente el papel <strong>de</strong> los pueblos indígenas en la conservación <strong>de</strong> la biodiversidad<br />

agrícola y silvestre pero no les reconoce <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> propiedad colectivos sobre su biodiversidad.<br />

La cuestión <strong>de</strong> la propiedad sobre tales recursos queda abierta, pero se recomienda que los<br />

Estados la regulen prontamente ya que la Convención <strong>de</strong> Biodiversidad quiere asegurar un acceso<br />

regulado a tales recursos. En eso se unen los intereses <strong>de</strong> las compañías farmacéuticas y <strong>de</strong> semillas<br />

(a las que se abre la perspectiva <strong>de</strong> la ingeniería genética <strong>de</strong> las nuevas biotecnologías, y que<br />

quieren pues garantizarse el acceso a la biodiversidad) con la irritación muy comprensible <strong>de</strong> los<br />

pueblos cuyos recursos biológicos han sido explotados gratuitamente por investigadores o empresas<br />

extranjeras. En efecto, hasta recientemente la biodiversidad ha sido exportada <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Sur al<br />

Norte sin recibir apenas nada a cambio. Y, es más, los productos <strong>de</strong>sarrollados a partir <strong>de</strong> esa biodiversidad<br />

han estado protegidos por patentes (si son productos farmacéuticos) o por sistemas sui<br />

generis (el sistema UPOV, si son plantas cultivadas). La injusticia es obvia.<br />

INBio-Merk<br />

De ahí los muchos elogios hacia los recientes intentos <strong>de</strong> meter la biodiversidad en el<br />

mercado, como en el acuerdo entre INBio <strong>de</strong> Costa Rica, que es una organización paraestatal, y<br />

Merck. El <strong>de</strong>bate está planteado. De un lado, la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> conservación, obteniendo ingresos<br />

adicionales si se pue<strong>de</strong>. De otro lado, la vía <strong>de</strong>l acceso comercial a la biodiversidad como instrumento<br />

privilegiado para conseguir la conservación. Se plantea la siguiente pregunta: el acceso comercial<br />

a los recursos genéticos ¿será remunerado suficientemente como para que la conservación<br />

<strong>de</strong> la biodiversidad pueda competir con otros usos <strong>de</strong> la tierra? Concretamente, la remuneración<br />

recibida en Costa Rica por el contrato <strong>de</strong> Merck y otros contratos similares (<strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> unos pocos<br />

dólares por hectárea protegida a cambio <strong>de</strong> permitir el acceso a muestras <strong>de</strong> material genético<br />

inventariado por el INBio), más los ingresos <strong>de</strong>l eco-turismo, ¿realmente permiten competir contra<br />

la industria <strong>de</strong> extracción <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra? Que esos contratos son buenos para la conservación <strong>de</strong>l IN-<br />

Bio, ¿quién lo duda? A<strong>de</strong>más ayudan, como una propina, a la conservación <strong>de</strong> la biodiversidad,<br />

una vez tomada la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> proteger ciertas áreas y una vez incurridos esos costos directos y<br />

esos costos <strong>de</strong> oportunidad. Pero eso es muy distinto a sostener que la biodiversidad es un recurso<br />

<strong>de</strong> enorme valor crematístico actual que es fácil <strong>de</strong> adquirir, procesar y convertir en miles <strong>de</strong> millones<br />

<strong>de</strong> dólares, y que el acceso y valoración comercial es el mejor camino para conservar la biodiversidad.<br />

Eso no es así, seguramente, ni incluso para las varieda<strong>de</strong>s agrícolas, bien conocidas, <strong>de</strong><br />

<strong>Curso</strong> <strong>de</strong> economía ecológica 129

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