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Curso de Economía Ecológica. Martínez Alier

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humanos, y cui<strong>de</strong> directamente <strong>de</strong> expresar sus intereses, como es el caso con los intereses <strong>de</strong> los<br />

niños y <strong>de</strong> las generaciones futuras. La segunda, es incluir esos intereses mediante una restricción<br />

moral adicional que se impone antes <strong>de</strong> tomar una <strong>de</strong>cisión.<br />

Esa representación directa <strong>de</strong> quienes no pue<strong>de</strong>n expresarse, pue<strong>de</strong> solucionar el problema relativo<br />

al peso excesivo que, en otro caso, se daría a los intereses <strong>de</strong> las generaciones actuales. Pero lo que<br />

resulta muy peculiar es que esa inclusión se haga por la vía <strong>de</strong> las preferencias y no <strong>de</strong> las necesida<strong>de</strong>s,<br />

ya que ahora ya sabemos bastante bien cuáles serán sus necesida<strong>de</strong>s ambientales (aire limpio,<br />

agua sin contaminar, etc.), y en cambio no conocemos sus preferencias. Si les <strong>de</strong>jamos un<br />

buen ambiente y muchos recursos naturales, pero sus preferencias más marcadas no son éstas,<br />

según la economía neoclásica habría que consi<strong>de</strong>rar que ha habido un fallo <strong>de</strong> nuestra generación y<br />

<strong>de</strong> las intermedias.<br />

A los no-humanos hay que aplicarles consi<strong>de</strong>raciones parecidas. Si pensamos en los daños a las<br />

ballenas, lo que cuenta no es su perfil hipotético <strong>de</strong> preferencias que podríamos imputarles, sino lo<br />

que conocemos <strong>de</strong> sus necesida<strong>de</strong>s. Las ballenas podrían <strong>de</strong>sarrollar preferencias por sustancias<br />

que les hagan daño. Muchos animales domésticos muestran <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> alimentos con mucho azúcar.<br />

¿Por qué íbamos a respetar esas preferencias? Hay buenas razones paternalistas para negar la<br />

satisfacción <strong>de</strong> tales preferencias a los animales no-humanos. Tampoco vale, en este contexto, apelar<br />

a las preferencias bien informadas, como lo hace el Centro Ramsey. Tiene sentido referirse a<br />

preferencias bien informadas en un contexto <strong>de</strong> humanos adultos, es <strong>de</strong>cir, preferencias condicionadas:<br />

si supieran x, elegirían y. Pero eso no tiene sentido para animales no-humanos, que no tienen<br />

la capacidad cognitiva para satisfacer el antece<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> una tal proposición condicional.<br />

Hablar <strong>de</strong> preferencias bien informadas es una manera engañosa <strong>de</strong> hablar <strong>de</strong> necesida<strong>de</strong>s.<br />

Así pues, en lo referente a quienes no pue<strong>de</strong>n expresar sus preferencias, hemos <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar sus<br />

necesida<strong>de</strong>s, y no sus preferencias. El concepto <strong>de</strong> necesidad se basa en criterios no-subjetivos <strong>de</strong><br />

bienestar. En general, basar la política ambiental en principios que apelen a las preferencias, es<br />

equivocado.<br />

IV.2. El <strong>de</strong>scuento <strong>de</strong>l futuro en el análisis costo-beneficio 2<br />

Descontar (o infravalorar) el futuro significa valorar los costos y beneficios que tengan las<br />

generaciones futuras menos que los costos y beneficios actuales. En el análisis costo-beneficio, los<br />

beneficios y costos son medidas <strong>de</strong> satisfacción y no-satisfacción <strong>de</strong> preferencias. Descontar el<br />

futuro implica por tanto que las preferencias <strong>de</strong> las generaciones futuras cuentan menos que la <strong>de</strong><br />

las actuales. Así, si suponemos que tendrán una preferencia por la ausencia <strong>de</strong> residuos tóxicos,<br />

expresada por su eventual disposición a pagar para no tener esos residuos o en su disposición a<br />

aceptar compensación por soportarlos, esa preferencia se valora menos que la <strong>de</strong> las generaciones<br />

actuales. Si su preferencia expresada en disposición a pagar para no tener residuos tóxicos es $n, y<br />

la tasa <strong>de</strong> <strong>de</strong>scuento es r, su preferencia <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> t años es actualmente valorada como $n / (1 +<br />

r)t. Supongamos una preferencia constante a lo largo <strong>de</strong>l tiempo para evitar tener residuos tóxicos,<br />

2 Adaptado <strong>de</strong> John O'Neill, Ecology, policy and politics, Routledge, Londres, 1993.<br />

<strong>Curso</strong> <strong>de</strong> economía ecológica 63

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