Curso de Economía Ecológica. Martínez Alier
Curso de Economía Ecológica. Martínez Alier
Curso de Economía Ecológica. Martínez Alier
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
tener la tesis <strong>de</strong> la comparabilidad débil <strong>de</strong> valores. Eso es distinto <strong>de</strong> la incomparabilidad <strong>de</strong> valores.<br />
Por ejemplo, recor<strong>de</strong>mos esa i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Kierkegaard respecto <strong>de</strong> la elección entre la vida estética,<br />
moral y religiosa. El sostuvo que esa elección no podía basarse en una evaluación racional, que no<br />
había lugar para un juicio razonable para <strong>de</strong>cidir entre ellas pues cada una tenía su propio criterio<br />
<strong>de</strong> elección. Ya sea verda<strong>de</strong>ra o falsa esa posición, hay que distinguir entre tal incomparabilidad <strong>de</strong><br />
valores y la comparabilidad débil. Los <strong>de</strong>fensores <strong>de</strong> la comparabilidad débil sostenemos que la<br />
elección se realiza sobre la base <strong>de</strong> juicios racionales acerca <strong>de</strong> los bienes relativos en cuestión. No<br />
hace falta apelar a la fe, ni a ningún procedimiento <strong>de</strong> <strong>de</strong>cisión no racional como el echar una moneda<br />
a cara o cruz.<br />
El pluralismo <strong>de</strong> los valores ambientales<br />
Los objetos y situaciones ambientales, como cualesquiera otros, son evaluados con distintas<br />
<strong>de</strong>scripciones. Al igual que un estudiante pue<strong>de</strong> ser buen estudiante, mal pagador <strong>de</strong> <strong>de</strong>udas,<br />
mal <strong>de</strong>portista y muy simpático, un lugar <strong>de</strong>terminado pue<strong>de</strong> ser caracterizado como un tipo particular<br />
<strong>de</strong> ecosistema, como un humedal <strong>de</strong> cierta clase, como un paisaje, como un verte<strong>de</strong>ro, como<br />
un lugar habitado por una comunidad concreta, como un <strong>de</strong>sierto industrial, como un tipo <strong>de</strong> suelo<br />
a<strong>de</strong>cuado para un tipo concreto <strong>de</strong> agricultura, como un lugar <strong>de</strong> paso y alimento <strong>de</strong> ciertos pájaros,<br />
como el hábitat <strong>de</strong> ciertas especies <strong>de</strong> plantas o animales, como un lugar <strong>de</strong> alta renta diferencial si<br />
se urbaniza, etc. La evaluación se hace sobre esas <strong>de</strong>scripciones. Un lugar no es evaluado como<br />
bueno o malo, bello o feo en sí mismo, sino como bueno, malo, bello o feo según distintas <strong>de</strong>scripciones.<br />
Pue<strong>de</strong> ser a la vez un buen A y un mal B, un bello C y un feo D. Un lugar pue<strong>de</strong> ser apreciado<br />
porque refleja el trabajo y modo <strong>de</strong> vida <strong>de</strong> una comunidad <strong>de</strong> personas, pero al mismo tiempo<br />
no merecer aprecio ni como hábitat, ni como ecosistema ni como paisaje. Un humedal pue<strong>de</strong><br />
tener mucho valor como hábitat y como ecosistema pero valer poco como paisaje. Así pues, usamos<br />
esos términos valorativos en estos contextos como adjetivos atributivos, no predicativos. De<br />
manera análoga, muchas veces usamos términos valorativos muy específicos, que no son transferibles<br />
entre <strong>de</strong>scripciones. Por ejemplo, po<strong>de</strong>mos hablar <strong>de</strong> un paisaje emocionante, pero no solemos<br />
hablar <strong>de</strong> un hábitat emocionante o <strong>de</strong> un ecosistema emocionante. En conclusión: la evaluación <strong>de</strong><br />
los objetos ambientales tiene lugar bajo <strong>de</strong>scripciones distintas.<br />
Esas <strong>de</strong>scripciones sugieren distintas prácticas y perspectivas <strong>de</strong> evaluación. Evaluar un lugar como<br />
paisaje es traer a colación unas prácticas estéticas <strong>de</strong> pintura, o <strong>de</strong> poesía, también <strong>de</strong> excursionismo,<br />
distintas <strong>de</strong> las prácticas científicas a las que acudimos para evaluar ese mismo lugar<br />
como hábitat. Evaluar un lugar en términos <strong>de</strong> su suelo requiere el estudio <strong>de</strong> su edafología o la<br />
práctica <strong>de</strong> la agricultura; ese mismo lugar pue<strong>de</strong> ser evaluado, con otros criterios, como se<strong>de</strong> ancestral<br />
<strong>de</strong> una comunidad <strong>de</strong> personas. Así pues, para evaluar objetos bajo <strong>de</strong>scripciones diferentes<br />
no sólo hay que acudir a distintas prácticas y puntos <strong>de</strong> vista sino a distintos criterios o escalas <strong>de</strong><br />
valor típicos <strong>de</strong> esas distintas prácticas y perspectivas. Eso supone que hay un pluralismo <strong>de</strong> valores.<br />
Al apelar a distintos criterios, el resultado es frecuentemente que hay evaluaciones conflictivas<br />
<strong>de</strong> un mismo objeto, que pue<strong>de</strong> tener un valor consi<strong>de</strong>rable bajo las <strong>de</strong>scripciones A, B y C, pero<br />
poco valor como D, E y F. Dado ese pluralismo <strong>de</strong> valores, ¿cabe esperar que haya conmensurabilidad<br />
fuerte o débil, o <strong>de</strong>bemos resignarnos a la comparabilidad débil?<br />
72 Textos básicos para la formación ambiental