Curso de Economía Ecológica. Martínez Alier
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propia empresa. Los campesinos perjudicados perdían el acceso a pastos usados por su ganado y a<br />
matorrales y árboles usados para leña para cocinar. Si se les hubiera preguntado sobre su disposición<br />
a pagar por esos bienes ambientales, o por su disposición a aceptar compensación monetaria,<br />
posiblemente no hubieran querido respon<strong>de</strong>r (ya que esas tierras tenían un uso fuera <strong>de</strong>l mercado)<br />
o en cualquier caso hubieran dado valores monetarios relativamente pequeños, al ser pobres. No se<br />
realizó un tal experimento <strong>de</strong> valoración <strong>de</strong> contingencias ni tampoco un análisis costo-beneficio<br />
(comparando los ingresos monetarios <strong>de</strong> Birlas con los costos para los campesinos, con valores<br />
actualizados). Lo que ocurrió fue que los campesinos, por la acción directa en ese caso más que<br />
mediante el voto, actuando como ciudadanos y no como consumidores en un mercado real o ficticio,<br />
organizaron una serie <strong>de</strong> satyagrahas, arrancando eucaliptus recién plantados y sustituyéndolos<br />
por otros árboles más útiles para ellos, hasta que la empresa Birlas tuvo que <strong>de</strong>sistir <strong>de</strong> sus<br />
planes.<br />
Según Sagoff los individuos revelan distintas preferencias en distintos contextos institucionales.<br />
Una explicación tiene que ver con el sentido social <strong>de</strong> los actos <strong>de</strong> evaluación monetaria. La economía<br />
neoclásica supone que el precio es simplemente una neutral vara para medir la utilidad<br />
marginal que una persona espera recibir <strong>de</strong> un objeto. Al <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r esto, muchas veces afirman que<br />
dar un valor monetario a un objeto no equivale a <strong>de</strong>cir que el dinero es el valor supremo. Eso es<br />
cierto, pero no contesta a quienes objetan a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> tratar todos los objetos como si pudieran<br />
tener un precio. Tratar el precio como una medida neutral y los actos <strong>de</strong> compra-venta como ejercicios<br />
en el uso <strong>de</strong> una cinta <strong>de</strong> medir, <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> lado que los actos <strong>de</strong> intercambio son actos sociales<br />
con un significado social. Consi<strong>de</strong>remos un famoso ejemplo <strong>de</strong> disposición a pagar, la aceptación<br />
por Judas <strong>de</strong> treinta monedas <strong>de</strong> plata por entregar a Cristo a los soldados. La cuestión no es si el<br />
precio estaba mal puesto, si era <strong>de</strong>masiado barato. Lo interesante es que eso fue un acto <strong>de</strong> traición,<br />
es <strong>de</strong>cir, que el aprecio <strong>de</strong> una persona por otra fue puesto en venta. La traición sería aún peor si<br />
Judas hubiera pedido una compensación mayor. El problema no es que el dinero sea el valor supremo.<br />
Podríamos suponer que Judas era caritativo, que entregó el dinero a los pobres, o que era<br />
incluso más benevolente: supongamos, como Borges, que Judas sabía que Cristo <strong>de</strong>bía ser traicionado<br />
y morir en consecuencia para la re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong> la humanidad. ¿Cómo podía traicionarle? Actuando<br />
como actuó. Aunque los valores <strong>de</strong> Judas fueran nobles y no-pecuniarios, el hecho es que<br />
aceptar un precio a cambio <strong>de</strong> un amigo es un acto <strong>de</strong> traición.<br />
El compromiso hacia otros -los amigos, la familia- o hacia elementos que uno valora -la conservación<br />
<strong>de</strong> paisajes particulares, especies, etc.- está constituido por el rechazo a tratarlos como mercancías<br />
que se pue<strong>de</strong>n comprar y ven<strong>de</strong>r. Tratarlos como mercancías es traicionar ese compromiso.<br />
Una persona que ponga precio a un amigo, no entien<strong>de</strong> qué es la amistad, porque el compromiso<br />
<strong>de</strong> la amistad está constituido en parte por el rechazo a tratarla así. Una persona que pone precio a<br />
la amistad no entien<strong>de</strong> la lealtad que esa relación implica, y eso ocurre con otros compromisos,<br />
incluidos aquellos hacia bienes no-humanos. Esas consi<strong>de</strong>raciones están en la base <strong>de</strong>l rechazo <strong>de</strong><br />
los encuestados a contestar preguntas sobre su disposición a pagar por bienes ambientales. A través<br />
<strong>de</strong> ese rechazo, muestran sus compromisos.<br />
Lo que cuestionamos es la conmensurabilidad expresada en relaciones monetarias. Así, una persona<br />
pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir, "valoro mi amistad con María más que mi amistad con Marta", y pue<strong>de</strong> cambiar<br />
varios días con Marta por unas pocas horas con María, sin estar dispuesto a poner precio a ninguna<br />
80 Textos básicos para la formación ambiental