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Curso de Economía Ecológica. Martínez Alier

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teniendo en cuenta esas diferencias <strong>de</strong> valores, <strong>de</strong>cidimos en favor <strong>de</strong> A. No hace falta ninguna<br />

proposición comparativa ulterior, todas las cuestiones relevantes respecto a los valores relativos<br />

(bajo las <strong>de</strong>scripciones paisaje y hábitat) han sido ya resueltas. En ese contexto, se hace un juicio<br />

racional, y eso es todo. Si alguien insiste, pero A es más valioso que B, la respuesta a<strong>de</strong>cuada es, A<br />

es más hermoso como paisaje, pero B es más rico como hábitat. No po<strong>de</strong>mos ir más allá <strong>de</strong> la<br />

comparabilidad débil.<br />

IV.5. La inconmensurabilidad <strong>de</strong> valores en la evaluación ambiental 5<br />

El análisis costo-beneficio (a diferencia <strong>de</strong>l método <strong>de</strong> evaluación multi-criterial) parte<br />

<strong>de</strong>l principio que existe una única medida que clasifica todos los objetos y situaciones. Esa medida<br />

es la disposición <strong>de</strong> las personas a pagar en el margen por la satisfacción <strong>de</strong> preferencias. El análisis<br />

costo-beneficio implica una conmensurabilidad débil, o incluso una conmensurabilidad fuerte,<br />

es <strong>de</strong>cir, presupone que existe una única escala <strong>de</strong> valor, y que la disposición a pagar proporciona<br />

una medida cardinal <strong>de</strong> las distintas cantida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> ese valor. Los objetos y situaciones no son únicamente<br />

clasificados sino que a<strong>de</strong>más el análisis nos da la cantidad concreta <strong>de</strong> valor que poseen.<br />

¿Qué es pues lo que se mi<strong>de</strong>? Una respuesta posible es la utilitarista hedonista clásica. En el utilitarismo<br />

clásico el supervalor que clasifica a los distintos objetos y situaciones es las unida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

placer y dolor. Los individuos tienen preferencias por distintos objetos y situaciones, y la disposición<br />

a pagar por la satisfacción <strong>de</strong> una preferencia se interpreta como la estimación que los individuos<br />

hacen <strong>de</strong>l placer marginal o incremental obtenido <strong>de</strong> esa satisfacción. Alternativamente, podríamos<br />

respon<strong>de</strong>r con el utilitarismo mo<strong>de</strong>rno que es la propia satisfacción <strong>de</strong> la preferencia lo<br />

que proporciona el valor a través <strong>de</strong>l cual todos los objetos y situaciones pue<strong>de</strong>n ser clasificados.<br />

La disposición a pagar mi<strong>de</strong> la intensidad concreta <strong>de</strong> la preferencia <strong>de</strong> una persona por un bien.<br />

Ambas respuestas implican una conmensurabilidad fuerte, y justifican el consi<strong>de</strong>rar la disposición<br />

a pagar como una medida cardinal <strong>de</strong>l valor.<br />

Ahora bien, ninguna <strong>de</strong> esas dos justificaciones es convincente, ni el placer ni la preferencia pue<strong>de</strong>n<br />

conseguir el truco <strong>de</strong> reducir una pluralidad <strong>de</strong> valores a un único valor que proporciona una<br />

única clasificación <strong>de</strong> objetos y situaciones. Incluso si el placer fuera el valor intrínseco último, no<br />

podría proporcionar un único criterio <strong>de</strong> valor para or<strong>de</strong>nar todos los bienes, ya que los placeres<br />

tienen un carácter plural: el placer <strong>de</strong> beber cerveza y el placer <strong>de</strong> una buena conversación son diferentes,<br />

no pue<strong>de</strong>n ser medidos en una única escala. Y, en cuanto a las preferencias, éstas respon<strong>de</strong>n<br />

a los valores y no al revés. Prefiero A a causa <strong>de</strong> su valor, no lo valoro porque es preferido. Así,<br />

dado que hay una pluralidad <strong>de</strong> valores, nuestras preferencias señalan cuáles son nuestros juicios<br />

para resolver los conflictos entre esos valores. Las preferencias no proporcionan otro valor, un valor<br />

supremo mediante el cual resolver los conflictos.<br />

El análisis costo-beneficio no da una manera <strong>de</strong> resolver la pluralidad <strong>de</strong> valores. Pero esos problemas<br />

no son sólo <strong>de</strong>l análisis costo-beneficio, pues la existencia <strong>de</strong> valores inconmensurables<br />

presenta dificulta<strong>de</strong>s más generales para toda la economía.<br />

5 Adaptado <strong>de</strong> John O'Neill, Ecology, policy, politics, 1993, cap. 7.<br />

74 Textos básicos para la formación ambiental

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