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6.18<br />

Siempre que hay que pesarull precipitado, es preciso después de<br />

lavado secarlo, y algunas veces calcinado además.<br />

DEsEcAcró:.¡- .-Para seca/' un precipitado, se deja que el filtro que<br />

lo contiene escurra perfectamente el agua de las lociones: se saca en<br />

seguida el filtro del embudo y se extiende sol)re papel de estraza, que<br />

se cuida de renovar con frecuencia. Cuando por este medio haya perdido<br />

la mayor parte del agua, se coloca en una cápsula y se acaba de<br />

secar en un baÜo de arena ó de Maria, ó simplemente al sol.<br />

Acontece .1menudo que el filtro no puede separarse con facilidad de<br />

su embudo; entonces se verifica la desecación dentro de él, teniendo<br />

la precaución de envolverlo en un pliego de papel de estraza, y no se<br />

extrae el filtro hasta que esté seco.<br />

Cuando el precipjtado puede pesarse, sin necesidad de calcinarlo,<br />

se conservaen SIl filtro, no olvidando colocar en el platiJJo de la balanza<br />

destinado á las pesas, un filtro exactamente igual al en que está<br />

contenido el cuerpo, á fin de evitar todo error en la determinacÍl)n<br />

del peso.<br />

CALClNAClóN.-Cuando los precipitados son permanentes é inalterables,<br />

como sucede á la sílice, se hace más perfecta la desecación<br />

calcinándolos, procedimiento que se sigue también con las substancias<br />

que adquieren así composiciones más definidas, como el<br />

.<br />

fosfato<br />

amónico-magnésico, el oxalato cálcico, etc.<br />

La calcinadón se hace ordinariamente en un crisolito de platino,<br />

empleando se los de porcelana, cuando los precipitados contienen<br />

alguna substancia que pueda alterar aquel metal. Se saca el precipitado<br />

del filtro por medio de una espátula de platino, lo más completamente<br />

posible, y operando sobre un pliego de papel glaseado, con<br />

objeto de evitar pérdidas; se introduce el cuerpo en el crisol y encima<br />

de aquel el filtI.o, previamente dohlado; secbmprime todo con<br />

la espátula y se calienta el crisol. cerra.do con su tapa, hasta el calor<br />

rojo. Terminada la carbonización del filtro se destapa el crisol para<br />

que el aire pueda entrar en el interior, y se conserva candente mientras<br />

no desaparezca todo vestigio de carbón. En algunos casos en<br />

que los precipitados decrepitan, hay que conservar cerrado el crisol,<br />

hasta que terminen por completo las detonaciones. El crisol debe colocarse<br />

de tal manera,<br />

haga con facilidad.<br />

que la renovación del aire en su interior se<br />

619<br />

La calcinación es muy larga en ciel'tas ocasiones, sobre todo cuando<br />

la loción no ha sido perfecta ó cuando el precipitado está tan dividido,<br />

que se introduce en los poros del filtro: varios métodos hay<br />

para facilitar la operación. Uno de eJ]os consiste en rociar con ácido<br />

nítrico el carbón del filtro, dejar que se evapore el ácido y volver á<br />

calcinar, continuando así mientras sea necesario. También suele empleal'se<br />

para acelerar la calcinación el ácido sulfÚrico y el nitrato<br />

amónico, pero todos estos métodos son expuestos, por las reacciones<br />

que dichos cuerpos pueden ejercer sobre los precipitados, por cuya<br />

razón es preferible<br />

del calor rojo.<br />

prolongar la operación directa, esto es, la acción<br />

Si el precipitado contiene un metal reducible, en presencia del carbón,<br />

ó si es tan. tenue, que puede ser arrastrado en parte por los<br />

productos de la combustión del filtro, se calcinan separadamente éste<br />

y el precipitado, teniendo cuidado antes de Oprimir lio-eramente con<br />

D<br />

los dedos el filtro, á fin de separar la mayor cantidad posible de materia<br />

y unirla á la extraída ron la espátula. Por lo general, en este<br />

caso, se corta el papel en varios pedazos, que se queman uno por<br />

uno encima de la tapa del crisol ó en una cápsula de porcelana. Debe<br />

operarse siempre, como se ha dicho antes, sobre papel glaseado.<br />

Después de calcinado un precipitado, se deja enfriar y se pesa rápidamente,<br />

no olvidando deducir del resultado el peso de las cenizas<br />

del filtro.<br />

.<br />

Los crisoles se calientan al calor rojo en hornillos, ó lo que es más<br />

frecuente, en lámparas de alcohol de doble corriente de aire. Sin<br />

embargo, algunas calcinaciones, como la de la cal, exigen temperaturas<br />

más elevadas que las que aqueJ]as producen: entonces puede<br />

usarse la lámpara de Deville, que esta representada en la figura 500.<br />

Se alimenta con aguarrás, y el aparato se compone de un frasco de<br />

nivel constante, A, que comunica por un tubo, g, con la lámpara<br />

propiamente dicha, la cual á su vez está en comunicación oon un distrihuidor<br />

de aire, E, que lo recibe por medio del tubo e y lo inyecta<br />

por el soplete o.<br />

La lámpara (fig. 501), es la pieza más complicada del aparato y<br />

exige una descripción detallada. El espacio anular, CC, está cerrado<br />

por todas partes: por la superior y laterales con una placa gruesa de<br />

cohre, y por la inferior con una lámina, BB, que encorvándose exte-

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