Desarrollo
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122 Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)<br />
hablan de un desfase dramático entre las aspiraciones a una vida mejor<br />
y las oportunidades reales de lograrlo que viven grandes grupos de la<br />
población (Briceño y Zubillaga, 2001, pág. 171, citado en Escotto, 2015). En<br />
una sociedad cada vez más globalizada, las aspiraciones de consumo y<br />
bienestar inmediato van en aumento en las nuevas generaciones, en parte<br />
promovidas por el acceso generalizado a los medios de comunicación y<br />
la información. Pese a haber alcanzado niveles educativos y de bienestar<br />
impensados para sus progenitores, una parte importante de la población<br />
juvenil se enfrenta a una desilusión respecto de las posibilidades laborales<br />
a las que puede acceder (véase el capítulo II). Esa misma frustración de<br />
expectativas puede ser un mecanismo que gatille conductas violentas.<br />
b) Las secuelas de conflictos civiles<br />
Algunos países de América Latina y el Caribe han sufrido<br />
procesos sociohistóricos particulares que han determinado la raigambre<br />
de la violencia en su matriz cultural y en las prácticas de sus habitantes.<br />
Destacan en especial los períodos de transición posbélica y posdictatorial,<br />
donde la idea de violencia política comienza a relacionarse con otros tipos<br />
de violencia. De acuerdo con un estudio reciente del Banco Mundial,<br />
existen dos hipótesis principales acerca de la forma en que los conflictos<br />
de la región pudieron contribuir a un mayor nivel de violencia en el caso<br />
de Centroamérica, una de las subregiones que concentra los índices de<br />
violencia más alarmantes. Por una parte, la guerra pudo haber creado una<br />
cultura de la violencia entre la población en cuanto tendencia a depender<br />
de la violencia para arreglar los problemas, la que ha permeado entre los<br />
jóvenes. Más allá de esto, podría ser que las víctimas tiendan a vengarse<br />
o a aplicar la ley por mano propia. Por otra parte, el reciente conflicto<br />
armado pudo contribuir a un mayor nivel de violencia debido al traslado<br />
de armas de fuego y municiones a la región (Banco Mundial, 2011, pág. 21,<br />
citado en Escotto, 2015).<br />
Según esta misma fuente, estudios independientes indican que<br />
en 2007 se encontraron en Centroamérica cerca de 4,5 millones de armas<br />
pequeñas, la gran mayoría de las cuales eran ilegales. Es de notar que,<br />
de acuerdo con este informe, muchos años después del fin de las últimas<br />
guerras civiles centroamericanas, las importaciones de armas aumentaron<br />
en los seis países de la subregión.<br />
c) El tráfico de drogas<br />
El tráfico de drogas fomenta la violencia de muchas formas,<br />
“incluyendo peleas entre organizaciones traficantes (y dentro de<br />
ellas), peleas entre traficantes y oficiales de la policía, aumento en la<br />
disponibilidad de las armas de fuego, y el debilitamiento del sistema de<br />
justicia penal al desviar recursos judiciales o corrompiendo el sistema