Desarrollo
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162 Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)<br />
Por último, pueden identificarse algunos programas implementados<br />
en los últimos diez años que buscan prevenir la violencia juvenil sin<br />
enfocarse en ningún ámbito específico. Este es el caso del proyecto<br />
<strong>Desarrollo</strong> Juvenil y Prevención de la Violencia en la República Dominicana.<br />
También hay programas que son de índole general, pero que permean al<br />
grupo juvenil, como el proyecto de desarrollo de competencias ciudadanas<br />
para prevenir la violencia y construir democracia en Colombia, el Programa<br />
de Seguridad Integral de Panamá, el programa ¿Violencia? ¡No gracias! de<br />
la República Dominicana y el Programa de promoción del derecho al buen<br />
trato en Venezuela (República Bolivariana de).<br />
Cabe señalar que algunos de estos programas ya no se encuentran<br />
vigentes. Esto se puede deber a su asociación a los ciclos políticos de los<br />
países (períodos de gobierno) o a restricciones presupuestarias. Algunos<br />
programas han tenido más éxito, como es el caso de los enfocados a<br />
los esquemas de escuelas abiertas y de promoción de la cultura de paz,<br />
mientras que otros no han tenido los resultados esperados, como los que<br />
promueven espacios específicos de participación juvenil. En este último<br />
caso, son más efectivas las iniciativas que promueven la inserción laboral y<br />
el fomento a la participación ciudadana (Rodríguez, 2006).<br />
d) La influencia del estigma asignado a la juventud<br />
Mención especial merece el impacto que ha tenido el estigma de la<br />
violencia como una condición juvenil en la definición de políticas. El estigma,<br />
surgido en los años ochenta y vigente en el imaginario colectivo y cultural,<br />
en gran parte se ha visto reforzado por los mensajes que destacan los medios<br />
de comunicación y ha conducido a que en muchos países se debata reducir<br />
la edad de imputabilidad por delitos. La preocupación por la edad penal<br />
forma parte del desasosiego que produce un contexto de inseguridad que<br />
genera angustia entre la ciudadanía, que conduce a una opinión pública<br />
proclive a reclamar por castigos fuertes para los adolescentes, justificando<br />
que son conscientes de sus actos y por ello no se les puede exonerar de la<br />
responsabilidad penal que tienen al emprender una vida criminal.<br />
En este sentido, es importante recordar que las políticas o estrategias<br />
de Estado de sobrecriminalización, represión, falta de apego a la ley,<br />
imputación penal adolescente y otras, que fueron impulsadas con fuerza<br />
en la década de 2000, resultaron contraproducentes, ya que los niveles de<br />
violencia siguieron aumentando.<br />
La alternativa es implementar políticas hacia la inclusión juvenil que<br />
incorporen mecanismos de comunicación y reflexión conjunta sobre las<br />
causas de la victimización y la violencia juvenil, y que permitan transitar<br />
hacia una cultura de paz a partir de la internalización de la idea básica de<br />
no negar el conflicto, pero sí afirmar que siempre es posible resolverlo de<br />
forma no violenta.