Desarrollo
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150 Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)<br />
participación juvenil en hechos violentos, ya que la victimización homicida<br />
recae esencialmente sobre las personas de entre 15 y 44 años. Se pone de<br />
manifiesto, no obstante, un contexto muy complicado para la integración<br />
de las juventudes en algunas ciudades de la región. No hay duda de que<br />
los jóvenes forman parte del contexto de violencia, pero esta violencia<br />
es un fenómeno generalizado que involucra al conjunto de la sociedad,<br />
incluida de igual manera la población adulta.<br />
2. Formas organizadas de participar en la violencia:<br />
las pandillas y el narcotráfico<br />
La aproximación estadística a los grados de participación en conductas<br />
violentas a partir de las cifras de víctimas indica que el estigma sobre<br />
el joven violento no proviene tanto de la magnitud de su intervención<br />
en actos de violencia como de la forma en que interviene. La figura más<br />
resaltada por los medios de comunicación tiene que ver con las formas<br />
organizadas de violencia urbana entre jóvenes (principalmente varones)<br />
denominadas pandillas, “maras”, “clicas” o “combos”, según el país. Los<br />
calificativos atribuidos a este tipo de jóvenes en el imaginario colectivo son<br />
de juventud “desviada” o “desadaptada”.<br />
En el Panorama Social de América Latina 2008 (CEPAL, 2008b), se<br />
planteaba que los estudios indican que la gran mayoría de los perpetradores<br />
de actos violentos son jóvenes en contextos urbanos de la misma edad y<br />
sexo que sus víctimas; en la mayor parte de los casos, varones que actúan<br />
en grupo. Este tipo de violencia organizada surge de agrupamientos<br />
locales que se construyen en el marco de situaciones de marginalidad<br />
y comportamientos disruptivos: las pandillas. Estas son bandas que<br />
desarrollan subculturas propias y luchan entre sí por el control territorial.<br />
En algunas ciudades se trata de agrupaciones numerosas de jóvenes que<br />
llevan a cabo diversos tipos de delitos en su entorno inmediato, pero<br />
también acciones de intimidación o disuasión a terceros (CEPAL, 2008b).<br />
La información recogida por el estudio del Proyecto de Opinión<br />
Pública de América Latina (LAPOP) de 2012 muestra que alrededor<br />
de un tercio de la población tiene la percepción de que su barrio está<br />
afectado por este tipo de organizaciones (véase el cuadro III.5). La<br />
proporción es algo mayor en el caso de los jóvenes (un 35% en promedio<br />
frente al 31% de los adultos). Cabe destacar que los que denuncian<br />
mayores niveles de presencia de pandillas no son los ciudadanos de<br />
los países del triángulo del norte de Centroamérica (El Salvador,<br />
Guatemala y Honduras), donde destaca la presencia de maras en las<br />
principales urbes, sino los de otros países de la zona, como Panamá y,<br />
particularmente, la República Dominicana (donde esta percepción ha<br />
ido creciendo en los últimos años).