Desarrollo
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Juventud: realidades y retos para un desarrollo con igualdad 143<br />
El ciberacoso presenta características que lo vuelven no solo más<br />
permanente en el tiempo, sino también más dañino que el matonaje<br />
presencial. Por ejemplo, los agresores pueden ocultar su identidad, lo que<br />
aumenta su impunidad y hace más difícil la defensa de la víctima. También<br />
pueden aumentar de manera exponencial y la humillación puede alcanzar<br />
audiencias mucho más extensas. Se trata de un fenómeno con una alta<br />
velocidad de difusión y, aunque se descarta una agresión física directa, le<br />
da un carácter público a la ofensa, lo que aumenta la vulnerabilidad de la<br />
víctima (Cerezo-Ramírez, 2012, citado en Pavez, 2013).<br />
Como se trata de un fenómeno emergente, son pocos los estudios en<br />
los que se han abordado los casos de acoso escolar por Internet en América<br />
Latina. Un país pionero en la medición de este tipo de comportamientos es el<br />
Brasil, donde se estima que un 33% de un total de 5.827 escolares encuestados<br />
afirmó que algún amigo o amiga había sido víctima de ciberacoso en 2009, y<br />
que un 30% fue víctima de malos tratos por Internet, que incluyeron hablar<br />
mal de ellos a través de las redes sociales, difundir fotos embarazosas de<br />
ellos o sus familias, robar sus claves y suplantarlos en redes sociales (Eljach,<br />
2011). En la Argentina, un estudio realizado en conjunto por Microsoft y<br />
el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo<br />
(INADI) concluyó que el 16% de los escolares encuestados recibió alguna vez<br />
intimidaciones o amenazas y que el 15% sufrió algún tipo de discriminación<br />
a través de una red social (UNICEF, 2011).<br />
En Chile, los casos también van en aumento. En la Encuesta<br />
Nacional de Violencia Escolar, para la cual se entrevistó a 49.637 alumnos<br />
de entre 12 y 17 años en 2009, se dio cuenta de que el 8% fue víctima de<br />
acoso escolar por Internet. Una situación preocupante es el círculo vicioso<br />
que se da entre víctimas y victimarios, puesto que el 48,3% de aquellos<br />
que reconocieron agredir a otros niños por Internet son también víctimas<br />
de violencia escolar grave. Esta situación es todavía más acentuada entre<br />
las mujeres, donde el 61,4% de las causantes de matonaje en línea a otras<br />
compañeras fueron, a su vez, víctimas de acoso escolar presencial o por<br />
Internet (Sepúlveda, 2012, citado en Pavez, 2013).<br />
En un contexto en que el derecho a la privacidad, la honra y la<br />
reputación resultan vulnerables cuando no hay un marco normativo que<br />
los resguarde en el mundo digital y donde se expanden prácticas como<br />
el ciberacoso, surgen posiciones polarizadas frente al tema, en las que<br />
proteger contra empoderar y restringir contra desarrollar capacidades son<br />
algunas de las premisas. Sin embargo, niños, niñas, adolescentes y jóvenes<br />
son sujetos de derecho a los que se debe una protección económica,<br />
social y cultural integral, por lo que se debería dejar de lado una visión<br />
victimizadora cuando utilizan la red. Habría que buscar rescatar las<br />
oportunidades y ventajas de ser parte del mundo digital, protegiéndose<br />
de los riesgos. Se trata de un terreno poco explorado, pero pareciera haber