Desarrollo
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Juventud: realidades y retos para un desarrollo con igualdad 77<br />
para reducir las tasas de maternidad adolescente, en muchos países de la<br />
región este indicador se ha estancado en niveles altos (Rodríguez, 2014).<br />
Según un estudio del Banco Interamericano de <strong>Desarrollo</strong> (BID) (Näslund-<br />
Hadley y Binstock, 2011), la tasa de fecundidad de las adolescentes de la<br />
región es mayor a 80 por cada 1.000. Esta cifra, superada solamente por<br />
África, es cerca de un 50% más alta que el promedio mundial, que alcanza<br />
a 55 por cada 1.000 jóvenes de entre 15 y 19 años. Dado el nivel de desarrollo<br />
económico y social, y la etapa de transición demográfica de la región, estas<br />
tasas de embarazo adolescente son muy superiores a lo que se esperaría<br />
(Guzmán y otros, 2006).<br />
El embarazo en adolescentes no solo constituye un fenómeno<br />
demográfico, sino que también es un fenómeno social complejo que tiene<br />
un efecto negativo en la región. La CEPAL y el Fondo de las Naciones<br />
Unidas para la Infancia (UNICEF) han destacado una serie de problemas<br />
sociales asociados a la reproducción temprana (CEPAL/UNICEF, 2007). Por<br />
ejemplo, la maternidad adolescente puede truncar los logros educativos,<br />
alterar los planes de vida y restringir el ejercicio de derechos de las jóvenes<br />
madres. Además, mediante estos y otros canales, perpetúa la transmisión<br />
intergeneracional de la pobreza.<br />
Si una joven queda embarazada por carecer de acceso a métodos<br />
de planificación familiar, estamos ante un atentado contra sus derechos<br />
sexuales y reproductivos. También hay que considerar, no obstante,<br />
que es problemático que la joven quede embarazada por no tener un<br />
plan de vida o porque las oportunidades para llevar a cabo su proyecto<br />
eran pocas o nulas, lo que refleja una serie de inequidades y desafíos<br />
estructurales. Subyacente a este último punto radica el hecho de que en<br />
la categoría “fecundidad en adolescentes” hay embarazos planificados<br />
y no planificados. Siguiendo esta línea, Rodríguez (2012) identifica tres<br />
grupos vulnerables a la maternidad temprana. En el primer grupo están<br />
las jóvenes de los grupos tradicionales, incluyendo los pueblos indígenas;<br />
para estas jóvenes la maternidad temprana se vincula con una unión<br />
temprana, arraigada en prácticas culturales. En el segundo grupo se<br />
encuentran las jóvenes de estratos socioeconómicos bajos, particularmente<br />
de áreas urbanas, en los cuales la alta fecundidad en adolescentes está<br />
asociada con la falta de alternativas y proyectos de vida, combinado con<br />
la ausencia de intervenciones públicas de prevención del embarazo. Por<br />
último se encuentran las jóvenes de los grupos socioeconómicamente más<br />
favorecidos, que reconocen los riesgos de la maternidad temprana, pero no<br />
logran prevenir el embarazo por falta de acceso a métodos preventivos o<br />
comportamientos que les permitan hacer uso de ellos.<br />
Aunque existe cierta diversidad de trayectorias que pueden<br />
resultar en un embarazo adolescente, este fenómeno ocurre de manera