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Nosotros en la luna - Alice Kellen

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Seguía oliendo a menta. Y a él. A algo propio, suyo.

—Esta reacción está mucho mejor —susurró en mi oído y luego se

separó un poco antes de colarse en la habitación y cerrar la puerta. De

repente lo sentí allí, en cada rincón, entre esas paredes que nunca imaginé

que lo cobijarían.

—Me ha pillado por sorpresa. Quiero decir, esperaba que llegase hoy tu

regalo, y cuando llamaron al timbre pensé que sería el mensajero. Si

hubiese sabido que eras tú, me habría peinado y todo eso. Madre mía, es

nuestro segundo encuentro y yo llevo un pijama. De renos. Me lo regaló

Dona hace dos Navidades y… estoy volviendo a hablar demasiado. Por

favor, Rhys, haz algo para que me calle. Estoy muy nerviosa.

Él se limitó a sonreír, parado en medio de mi dormitorio, frotándose el

mentón con la mano mientras me miraba con los ojos brillantes, intensos,

cálidos.

—No pienso pararte. Echaba de menos oírte hablar.

—Eres… eres… —Inspiré hondo, aún confusa.

—El mejor amigo del mundo, lo sé.

No pidió permiso antes de dejar atrás la cama de Kate y dirigirse hacia

el otro lado de la estancia. Ni siquiera preguntó si aquel era mi rincón. Lo

supo desde lejos. El corazón me latía rápido mientras él se inclinaba sobre

el escritorio y lo observaba todo con curiosidad, con calma. Yo aproveché

aquel instante de silencio para mirarlo a él. Llevaba el pelo rubio un poco

más largo, algunos mechones le rozaban las orejas. Tenía la piel dorada por

el sol, y el gris de sus ojos destacaba más en su rostro, como si fuese más

profundo, más oscuro. Vestía unos vaqueros claros y un suéter negro bajo la

cazadora de cuero. Y llevaba dos pulseritas trenzadas en la muñeca derecha.

—Avísame cuando dejes de mirarme —dijo.

Luego se tumbó en mi cama. En-mi-cama. Se dejó caer sobre el montón

de mantas, porque aún estaba sin hacer, y dobló un brazo sobre su cabeza.

El suéter se le subió revelando unos centímetros de piel bronceada, y él alzó

una ceja sin apartar la vista de mí.

—Te recordaba menos idiota —repliqué.

—Yo a ti igual de guapa. Me gusta el pijama.

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