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Nosotros en la luna - Alice Kellen

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No sé por qué, pero en aquel momento, en el menos oportuno, con otra

persona gritándome desde el otro lado del teléfono, pensé que no parecía lo

suficientemente mayor como para morir. Que aún debería quedarle mucho

más tiempo.

—¿Me estás escuchando? ¡Rhys! ¡Rhys, maldito seas!

—No pienso hacer ninguna gira.

—Ya he cerrado acuerdos.

—Pues cancélalos.

—No puedo hacer eso.

—Se lo dije a Paul. Ya le expliqué que no quería mil compromisos, mil

entrevistas en la radio y mil festivales. Si él no te lo ha dicho, no es mi

problema.

—Claro que lo dijo, pero pensé que bromeaba.

—Tengo que colgarte ya, estoy ocupado.

—¿Acaso quieres enterrar tu carrera?

—No, solo reconducirla.

—Rhys, joder. Escucha…

Pero colgué. Colgué y me quedé un rato más allí, contemplando a mi

padre a través del ventanal del comedor, tan concentrado en esa maqueta,

tan decidido a empezarla y, quizá, si teníamos suerte, también a terminarla.

Sonreí, por primera vez en días. Luego entré, me senté e intenté retomar lo

que estaba haciendo antes de levantarme.

—¿Ya lo has solucionado? —preguntó.

—Algo así. —Me encogí de hombros.

—¿Era esa chica tuya? ¿Ginger?

—Qué va. Apenas nos llamamos.

—¿Has vuelto a fastidiarla?

—No, papá. —Me reí—. Hablamos por e-mail todas las noches. No me

mires así. Es más cómodo, tengo más tiempo para pensar qué es lo que de

verdad quiero decir…

—La boca nos pierde demasiado a los Baker, eso es cierto.

Mi madre vino en ese momento a ver qué tal estábamos.

—¿Por qué no te quedas con nosotros? Coge una silla. —Asintió ante la

mirada suplicante de mi padre—. Vamos a necesitar ayuda si queremos

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