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Nosotros en la luna - Alice Kellen

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GINGER

Sabía que debía soltarlo, pero no quería hacerlo. Hacía un frío intenso y

punzante, aunque Rhys tenía la mano cálida, la piel suave. Y era grande. Y

encajaba perfectamente con la mía. Y nunca había imaginado que un acto

tan sencillo pudiese ser tan reconfortante. Hacía que el estómago se me

pusiese del revés, pero al mismo tiempo me resultaba familiar, cercano.

Un contraste. Otro más tratándose de él.

Paseamos por Camden casi sin hablar, tan solo disfrutando del

ambiente, de estar juntos, de aquel rato solo nuestro. Rhys se entretuvo

echándole un vistazo a unos discos de música en una tienda inmensa de

vinilos y casetes antiguos. Yo paré delante de un escaparate de tatuajes

mientras degustaba una de las arepas que habíamos comprado.

—¿Te gusta algo de lo que ves? —Se situó a mi lado.

Contemplé los diseños, suspiré y negué con la cabeza.

—No. —Lo miré—. ¿Qué significan los tuyos?

—¿Cómo sabes que llevo tatuajes?

—Te vi. Sin camiseta. En París.

Rhys sonrió. Una sonrisa lenta.

—Y te fijaste bien… —bromeó.

—Eres idiota. Claro, no estoy ciega.

Retomamos el paso. Ignoré las ganas que tenía de cogerlo de nuevo de

la mano y escondí las mías en los bolsillos del abrigo de color chocolate

que llevaba puesto.

—¿Sobre cuál sientes curiosidad?

—Creo…, creo que vi una abeja pequeña…

Él volvió a sonreír, paró en medio de la calle y se levantó un poco el

suéter, dejando a la vista una abeja diminuta justo sobre la línea de la

cadera.

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