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Nosotros en la luna - Alice Kellen

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GINGER

Volví a releer la misma frase por quinta vez, asegurándome de que fuese

perfecta, de que cada palabra expresase lo que debía trasmitir. Luego alcé la

vista cuando llamaron a la puerta de mi despacho y vi que Kate se asomaba.

Parecía nerviosa.

—Tienes una visita, Ginger.

—Dile que pase —contesté.

—De acuerdo… —Se mostró un poco insegura, miró otra vez a su

espalda y volvió a sacar la cabeza por el hueco de la puerta—. Estaré

fumando en la terraza.

—Claro. Vale. —Me levanté.

Y entonces lo vi. Lo vi entrar por la puerta de mi despacho como un

huracán, con una sonrisa perezosa en la cara, el pelo rubio revuelto y unos

vaqueros desgastados que resbalaban por sus caderas mientras daba un paso

tras otro hacia mí. Extendió los brazos. Yo me quedé paralizada durante

unos segundos, de pie, con las rodillas temblándome. Porque hacía casi un

año que no lo veía y… seguía sin estar preparada para hacerlo. Entonces

menos que nunca. Menos que en ningún otro momento.

—¿Qué pasa, galletita? ¿No te alegras de verme?

—Yo… —Me llevé una mano al pecho—. Rhys…

Conseguí reaccionar. Corrí hacia él y lo abracé. Sentí su mano en mi

cabeza, mi mejilla apoyada contra su pecho firme, su olor mentolado

envolviéndonos a los dos entre un montón de recuerdos, de confidencias, de

momentos congelados en el tiempo y noches frente al teclado.

Me separé de él y lo miré. Estaba algo más delgado y tenía ojeras, pero

seguía siendo tan atractivo como lo recordaba, con ese brillo en la mirada,

con esa manera suya de inclinar la cabeza para acortar la diferencia de

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