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Nosotros en la luna - Alice Kellen

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Me abrazó. Y luego sentí su aliento cálido en el cuello y su voz

envolviéndome, colándose en todos mis huecos y grietas, llenando el vacío.

—Estoy enamorada de ti, Rhys. Lo estoy desde hace tanto tiempo… que

a veces creo que empecé a sentirme así la noche que te conocí en París. —

Temblé y la sujeté con más fuerza contra mi pecho—. Y hay días en los que

casi te odio, porque brillas tanto que deslumbras y haces que no pueda ver a

ningún otro chico…

La besé con fuerza aprisionándola contra la pared, gruñendo en su boca.

Ginger se aferró a mi camiseta antes de colar las manos por debajo. Tendría

que habérselo dicho entonces. Tendría que haberla sujetado de la nuca para

mirarla a los ojos y responderle que yo también estaba enamorado de ella.

Pero no lo hice. Otra vez. No la besé en aquel aeropuerto de París antes de

verla marchar. No me atreví a dar un paso más en Londres. Y allí, esa

noche, no estuve a su altura, no conseguí que las palabras saliesen…

Estaba confundido. Enmarañado. Borroso.

Estaba tan perdido en lo que sentía que era incapaz de distinguir dónde

empezaba ella y dónde lo hacía yo. Ni siquiera recuerdo exactamente cómo

llegamos al apartamento. Solo sé que paramos en cada calle para besarnos,

en cada paso de cebra, en cada semáforo. Estaba ansioso. Impaciente. Y era

incapaz de soltarla. No lo hice mientras abría la puerta ni mientras la

desnudaba por el pasillo dejando un reguero de ropa a nuestro paso.

Caímos en la cama. Sus piernas rodearon mis caderas, le sujeté las

manos sobre la cabeza y la miré fijamente. Tan preciosa. Con su cuerpo

encajando bajo el mío, piel con piel.

—Eso que has dicho antes…

—Rhys, hazlo ya… —gimió arqueándose.

—Lo de deslumbrar a todos los demás.

—Por favor —susurró.

—Quiero que seas feliz y no debería hacerme sentir mejor. Pero lo hace,

porque soy un jodido egoísta y me gusta pensar que para ti soy especial,

aunque cuando me miro al espejo no entiendo por qué te lo parezco. —Le

separé las piernas con las rodillas y me hundí con fuerza en ella—. Te

siento demasiado. Te siento por todas partes, Ginger.

Casi como si estuviese en la raíz, si la tuviese.

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