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Nosotros en la luna - Alice Kellen

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Supe que Rhys ya estaba en la cabina en cuanto terminó una canción y

empezó la siguiente. Podía distinguir el sonido de su música, que siempre

empezaba lento, gradual, como si necesitase esos minutos para aclimatarse.

Lo miré desde allí abajo, como el resto de la gente que bailaba a mi

alrededor, y sonreí orgullosa. Estaba tan guapo… Tan serio… Los

mechones rubios desordenados le acariciaban la frente y de vez en cuando

curvaba los labios con timidez. No miraba demasiado al público, como si le

diese vergüenza.

Parecía esquivo, como siempre. Hermético. Muy él.

En algún momento dejé de prestarle tanta atención y me envolvió la

música, el ambiente, la segunda copa que pedí y unas chicas muy

simpáticas que intentaban chapurrear inglés conmigo y con las que acabé

bailando y riéndome, sobre todo cuando a las dos de la madrugada empezó

la verdadera fiesta de la noche y el recinto se llenó de espuma por todas

partes. Creo, irónicamente, que fue una de las veladas más divertidas que

puedo recordar. Allí. Sola. Rodeada de un montón de desconocidos que

saltaban a mi lado.

Ni siquiera me di cuenta de que la sesión de Rhys había terminado

cuando alcé la vista y vi que había otro chico en la cabina, con los

auriculares alrededor del cuello.

—Aquí estás, galletita —me susurró al oído.

Me giré hacia él y me sujeté de sus hombros al resbalarme. Estaba llena

de espuma de la cabeza a los pies y no podía parar de reírme feliz. Rhys me

sonrió.

—¿Te lo has pasado bien? —preguntó.

—¡Mucho! Ha sido genial. ¡Has estado genial!

—Todo genial. Ven, vamos a por una copa.

Pedimos dos mojitos en la barra. Rhys llevaba puesta una gorra de

béisbol, pero aun así nadie parecía prestarnos atención mientras nos

movíamos juntos, muy pegados, rozándonos entre la espuma y dejándonos

contagiar por la atmósfera que creaban las luces de colores que iluminaban

su rostro entre sombras. Y entonces lo hice. Dejé de pensar, cerré los ojos y

simplemente bailé. Con él. Conmigo misma. Sin importarme que pudiese

estar haciendo el ridículo o que la gente me mirase. Solo… siguiendo la

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