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Nosotros en la luna - Alice Kellen

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de su voz, en cómo pronunciaba las palabras con ese acento inglés que le

daba un aire estirado y que me encantaba. Procuré pensar en cualquier cosa

menos en la idea de él tocándola, besándola, hundiéndose en ella…

—Quieres irte, ¿es eso? —adiviné.

—Sí —admitió bajito—. Es que han sido muchas emociones de golpe.

Necesito estar a solas para procesarlo todo, ya sabes. Y también necesito mi

cama.

Recordé cómo se durmió entre mis brazos a finales de diciembre…

—Vale. Entonces deberías hacerlo.

—Pero no quiero que se enfade.

—Entiendo…

—Ha sido muy… considerado.

—¿Considerado en qué sentido?

—Ya te imaginarás. En todos.

Casi pude verla sonrojándose.

—Puedes dejarle una nota. Es la mejor alternativa.

—Sí, eso suena bien, ¿no? Algo así como: «Gracias por esta noche,

James. Te llamo mañana». Nadie puede enfadarse después de eso, ¿verdad?

—No, y si se enfada, es idiota. Doble juego.

—Vale. Creo que tengo papel en el bolso…

—¿Tienes tu ropa a mano?

—Casi toda. —Fue un susurro casi inaudible.

—¿Qué significa eso? —Contuve el aliento.

—Pues…, no me hagas decirlo en voz alta…

—No me jodas. ¿Has perdido tus bragas?

—¡Rhys! Mierda. Acabaré despertándolo.

No pude evitar echarme a reír. Lo hice con ganas y alto antes de

terminar tumbado en la arena, suspirando, con el teléfono aún pegado a la

oreja y la mirada fija en el cielo que se iba aclarando lentamente. La

escuché protestar entre murmullos.

—Las he buscado por todas partes y no están. El problema es que el

vestido y las medias me las quitó en el piso de abajo, cuando estábamos en

el sofá, después de la cena, pero el resto acabó fuera en la habitación, que es

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