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Nosotros en la luna - Alice Kellen

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RHYS

—Joder, Ginger. Te dije que te quemarías.

—Pero si casi se había ido el sol…

—Iré a la farmacia a buscar algo.

—Quiero llorar. Duele —gimoteó.

Me incliné y le di un beso en la cabeza antes de buscar las llaves del

apartamento. Eran las tres de la tarde y acabábamos de despertarnos. Ginger

estaba tan roja que me había asustado al verla. Tenía la marca de mis gafas

en los ojos y parecía un mapache. Apenas pude contener la risa al verla

aparecer así en la cocina en busca de café.

Regresé tras comprar un bálsamo que calmaba el escozor de las

quemaduras y le pedí que se tumbase en el sofá para ponérselo en la espalda

cuando ella terminó de untarse la cara, los brazos y las piernas. Obedeció y

le levanté la camiseta despacio.

—Ay, con cuidado.

—Ya está. Tranquila.

—Prometo que te haré caso la próxima vez… —dijo mientras le

extendía la crema por la piel. Inspiré hondo, ascendiendo por su cintura—.

¿Cómo voy a salir así a la calle? Y se supone que esta noche voy contigo al

trabajo. No podrás presentarme a tus amigos…

—No digas tonterías.

—Pensarán que soy una gamba.

—Ginger, voy a desabrocharte el sujetador.

—¿Qué? No. Déjalo, ya no me duele.

La retuve con suavidad al ver que intentaba incorporarse y le quité el

cierre. Ella respiró hondo cuando la liberé de esa tortura y cubrí aquella

zona de la espalda con más crema, acariciándola despacio. Luego le bajé la

camiseta y me puse en pie, con la boca seca.

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