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Nosotros en la luna - Alice Kellen

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Se rio más fuerte. Pensé en lo bonita que tendría que ser la vida así,

vista desde los brazos de su madre, sin preocupaciones, sin miedos, sin

cargas. Parecía tan feliz…

—Deberíamos irnos, Rhys, ya tendría que haberle dado la merienda.

¿Vives muy lejos de aquí? He alquilado un coche en el aeropuerto, lo

necesitaba por el carrito…

—Claro. Vamos. Está cerca.

El viaje hasta casa fue raro. Precisamente porque seguía sintiéndome en

calma al lado de Ginger, como si nunca nos hubiésemos distanciado, como

aquella primera noche en París en la que tuve esa extraña sensación de

«conocerla de toda la vida» cuando acabábamos de cruzarnos. Había algo

profundo en eso. Algo que seguía intacto entre nosotros a pesar de todo lo

que habíamos construido y también destrozado durante aquellos años llenos

de idas y venidas, de amor y desamor, de tantas cosas que a veces la miraba

y no era capaz de desentrañar todo lo que sentía al contemplar su perfil, sus

manos aferrando el volante, su voz quejándose por eso de conducir por el

lado contrario.

Pero dentro de esa normalidad incomprensible también había algo

distinto. Los suaves balbuceos que llegaban desde la parte trasera del coche

hasta que Leon se quedó dormido poco antes de cruzar la puerta de la

entrada de mi casa. No pude dejar de mirarlo durante todo el trayecto por el

espejo retrovisor, girándome de vez en cuando en el asiento; intranquilo,

curioso, distraído. Tampoco conseguí dejar de hacerlo cuando entramos en

el salón y le expliqué la distribución del lugar. Ginger dejó el cochecito en

medio, al lado del enorme sofá beis, miró a su alrededor y sonrió.

—Vaya, es evidente que las cosas te van bien.

—¿No lo sabías…? —Tanteé.

—Sí. Algo. Bastante. La verdad es que intentaba evitarlo. Ya sabes,

estabas a todas horas en la radio, sobre todo hace unos meses, y yo…, no sé,

Rhys.

Me froté la cara. Inspiré hondo. Di un paso hacia ella.

Nos miramos fijamente, los dos en silencio.

—¿Por qué lo evitabas?

—Ya lo sabes. No era fácil.

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