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Nosotros en la luna - Alice Kellen

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ninguno de los dos debería olvidarlo. Simplemente, pensé que dolería

demasiado.

Inspiré hondo; incómodo, enfadado, mal.

—¿Ya no duele? —repliqué.

—¿Qué quieres decir con eso?

—No sé, pareces… —Sacudí la cabeza—. Déjalo.

Me levanté. Ya habíamos pagado, así que tan solo me bebí lo que

quedaba de la última copa de un trago antes de echar a andar. Ginger me

siguió calle abajo. Quería desaparecer. Notaba la oscuridad aferrándose a

esas partes de mí que no me gustaban y que no quería que ella viese. El

egoísmo. La inseguridad. El miedo.

—¡Rhys! ¿Adónde vas? —preguntó agitada mientras intentaba no

quedarse atrás. Cuando me alcanzó se puso delante de mí cerrándome el

paso. Sus pequeñas manos contra mi pecho. Su mirada llena de reproche—.

¿Qué crees que estás haciendo?

—Yo qué sé… —Me froté la cara.

—Está bien. Está bien. Hemos bebido.

—Joder. Sabía que lo complicarías todo.

—¿Cómo puedes decirme eso? —preguntó con un hilo de voz.

Quería dejar que saliese lo que fuese que me cerraba la garganta, pero

no podía. Al revés. Sentía que se cerraba más, más, más…

Tragué saliva con fuerza.

Ginger estaba parada en medio de aquella calle, con los ojos acuosos, el

labio inferior temblándole, los brazos cruzados como si se protegiese de mí.

Odié eso. Verla así. La culpa. Sentir que siempre dañaba al final a las

personas que más quería, que también lo estaba haciendo con ella. Respiré

bruscamente.

—Es que no quiero que te vayas.

—Rhys… —Dio un paso hacia mí.

—Mierda, Ginger. No tenía que ser así.

—¿Y cómo tenía que ser? —replicó.

Nos miramos fijamente en la oscuridad de aquella noche de verano.

Apenas nos separaban unos centímetros de distancia; podría romperlos si

me inclinaba…

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