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El-Sutil-Arte-de-Que-Te-Importe-Un-Carajo-Un-Enfoque-Disruptivo-Para-Vivir-Una-Buena-Vida-PDFDrive

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averiguar cómo manejaron las experiencias traumáticas del conflicto bélico. Se

trataba de Polonia, así que las cosas habían estado muy terribles. Estas personas

experimentaron o presenciaron inanición masiva, bombardeos que redujeron

ciudades a escombros, el Holocausto, la tortura de los prisioneros de guerra y las

violaciones o los asesinatos de miembros de su familia (si no por los nazis, años

después sería a manos de los soviéticos).

Conforme Dabrowski analizaba a los sobrevivientes, notó algo tanto

sorprendente como increíble. Un gran porcentaje creía que las experiencias de

guerra que sufrieron, a pesar de ser dolorosas y muy traumáticas, los había

convertido en gente mejor, más responsable y sí, incluso los hizo más felices.

Muchos describían sus vidas antes de la conflagración como si hubieran sido

personas diferentes: gente desagradecida o que no apreciaba a sus seres queridos,

flojos y consumidos por problemas sin importancia; se creían con derecho a todo

lo que se les había dado. Después de la guerra se sentían más seguros, más

confiados en sí mismos, más agradecidos, y las trivialidades de la vida y sus

pequeñas molestias ya no les perturbaban.

Obviamente, sus experiencias fueron dramáticas no estaban felices de haber

tenido que padecerlas. Muchos aún sufrían por las cicatrices emocionales que la

guerra les había dejado. Pero algunos pudieron tomar esas cicatrices para

transformarse a sí mismos de forma positiva.

Y estas personas no son las únicas en ese tipo de transformación. Para

muchos de nosotros, los logros que más nos enorgullecen provienen de una gran

adversidad. Nuestro dolor nos hace más fuertes, más resilientes, más centrados.

Muchos sobrevivientes de cáncer, por ejemplo, reportan sentirse más fuertes y

más agradecidos después de ganar la batalla para sobrevivir. Asimismo, el

personal militar presenta resiliencia mental, ganada a partir de resistir los

peligrosos ambientes de una zona de guerra.

Dabrowksi discutía que el miedo, la ansiedad y la tristeza no necesariamente

son siempre estados mentales indeseables o inútiles, por lo general son

representativos del dolor necesario para el crecimiento psicológico. Negar ese

dolor es negar nuestro propio potencial. Justo así como sufrimos un dolor físico

para construir huesos y músculos más fuertes, uno debe sufrir dolor emocional

para desarrollar una resiliencia emocional mayor, una autoconciencia más fuerte,

un incremento en la compasión y una vida más feliz en general.

Nuestros cambios más radicales de perspectiva por lo regular suceden al

final de nuestros peores momentos. Es sólo cuando sentimos dolor intenso que

estamos dispuestos a voltear a ver nuestros valores y cuestionar por qué parecen

estar fallándonos. Necesitamos una especie de crisis existencial para mirar

objetivamente cómo hemos perdido el sentido de nuestra vida y luego considerar

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