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intimidantemente atractivo o especialmente victimizado en formas que la gente
jamás podrá imaginar. Esto significa dejar de lado el sentirte con derecho a todo
y dejar de creer que, por alguna razón, el mundo te debe algo. Esto significa
renunciar a los bienestares emocionales efímeros en los que te has venido
apoyando durante años. Como un adicto que deja la droga, pasarás por un
periodo de abstinencia cuando empieces a dejar esas cosas, pero cuando llegues
al otro lado del túnel, saldrás mucho mejor.
Cómo ser un poco menos seguro de ti mismo
Cuestionarnos y dudar de nuestros propios pensamientos y nuestras propias
creencias es una de las habilidades más difíciles de desarrollar. Pero se puede
lograr. Aquí planteo algunas preguntas que te ayudarán a crear un poco más de
incertidumbre en tu vida.
Pregunta número uno. ¿Qué tal que estoy equivocado?
Una amiga mía se comprometió recientemente a casarse. El tipo que se le
declaró es bastante decente. No toma. No la golpea ni la maltrata. Es amigable y
posee un buen empleo.
Pero desde el compromiso, el hermano de mi amiga ha estado molestándola
sin parar sobre sus elecciones de vida inmaduras; le ha advertido que saldrá
lastimada con ese hombre, que está cometiendo un error, que su comportamiento
es irresponsable. Y cuando mi amiga le pregunta a su hermano: ¿Cuál es tu
problema? ¿Por qué te molesta tanto mi futuro marido?”, él actúa como si no
existiera ningún problema, que nada del compromiso le molesta, que sólo
procura ser útil y proteger a su hermana pequeña.
Pero está claro que algo le molesta. Quizá son sus propias inseguridades
sobre el matrimonio. Quizás es una cosa de rivalidad entre hermanos. Quizás es
envidia. Quizás se deba a que él se halla tan atrapado en su propia victimización
que no sabe cómo demostrar felicidad por los demás sin intentar primero
hacerlos sentir miserables.
Como regla general, todos somos los peores observadores de nosotros
mismos. Cuando estamos enojados o celosos o molestos, generalmente somos
los últimos en darnos cuenta. Y la única forma de notarlo es hacerle unas grietas
a nuestra armadura de certidumbre y cuestionarnos lo equivocados que podemos
estar sobre nosotros mismos.
“¿Estoy celoso? Y si lo estoy, ¿por qué?”, “¿Estoy enojado?”, “¿Tiene razón
ella y sólo protejo mi ego?”
Preguntas como las anteriores deben convertirse en un hábito mental. En
muchos casos, el simple acto de cuestionarnos genera la humildad y la