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El-Sutil-Arte-de-Que-Te-Importe-Un-Carajo-Un-Enfoque-Disruptivo-Para-Vivir-Una-Buena-Vida-PDFDrive

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Los problemas le agregan una sensación de significado e importancia a

nuestra vida. De modo que agacharte para evitarlos es llevar una existencia

sin sentido (incluso si en apariencia es placentera).

En el largo plazo, completar un maratón nos hace más felices que comernos

un pastel de chocolate. Criar un niño nos hace más felices que ganar un

videojuego. Empezar un pequeño negocio con amigos y sufrir por llegar a la

quincena nos hace más felices que comprar una nueva computadora. Estas

actividades son estresantes, arduas y, a veces, desagradables. También requieren

ir capoteando problema tras problema; sin embargo, son algunos de los

momentos más significativos y de las cosas más dichosas que haremos.

Involucran dolor, lucha, incluso enojo y desesperación, pero una vez que las

hemos logrado, todos pensaremos en ellas con los ojos llenos de lágrimas

mientras se las contamos a nuestros nietos.

Como Freud dijo alguna vez: “Algún día, en retrospectiva, los años de

esfuerzo te parecerán los más hermosos”.

Por ello, estos valores —el placer, el éxito material, siempre estar en lo

correcto, mantenerse positivo— son ideales mediocres para la vida de una

persona. Algunos de los mejores momentos en nuestra vida no son placenteros,

no son exitosos, no son reconocidos y no son positivos.

El punto es encontrar buenos valores y parámetros; como resultado, el placer

y el éxito surgirán naturalmente; éstos son efectos secundarios de los buenos

valores. Solos, son bienestares efímeros.

Definir buenos y malos valores

Los buenos valores: 1) se basan en la realidad, 2) son socialmente constructivos,

y 3) son inmediatos y controlables.

Los malos valores: 1) son supersticiosos, 2) son socialmente destructivos, y

3) no son inmediatos o controlables.

La honestidad es un buen valor porque es algo sobre lo que tienes control

completo, refleja la realidad y beneficia a otros (incluso si en ocasiones es

desagradable). La popularidad, por el contrario, es un mal valor. Si éste es tu

valor y tu parámetro es ser la chica o el chico más popular en la fiesta, mucho de

lo que sucede está fuera de tu control: no sabes quién más asistirá al evento y

probablemente no conozcas a la mitad de los asistentes. Segundo, el

valor/parámetro no se basa en la realidad: podrás sentirte popular o impopular,

cuando el hecho es que no tienes la más remota idea de lo que los demás en

verdad opinan de ti. (Nota al margen: como regla, la gente a la que le aterra lo

que otros piensen de ella, en realidad se aterroriza del reflejo de todas las cosas

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