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Reconocer la diferencia entre hacer algo por obligación o de manera
voluntaria puede ser difícil de reconocer para la gente. Así que aquí tengo la
prueba de fuego: pregúntate: “Si me negara, ¿cómo cambiaría esta relación?” De
igual forma, plantéate: “Si mi pareja se rehusara a hacer algo que yo le pida,
¿cómo cambiaría nuestra relación?”
Si la pregunta es que el rehusarse causaría una explosión de drama y platos
rotos, entonces es una mala señal para tu relación. Sugiere que ésta es
condicional, que se basa en beneficios superficiales recibidos entre ambos, en
lugar de una mutua aceptación incondicional (junto con los problemas de cada
uno).
La gente con límites sólidos no le teme a un berrinche, a una discusión o a
salir lastimada. Las personas con límites débiles se muestran atemorizada por la
mismas cosas y constantemente moldearán su comportamiento para acomodar
los altibajos de su montaña rusa emocional.
La gente con límites sólidos comprende que es irracional esperar que dos
personas se acoplen al cien por ciento y satisfagan cada necesidad mutua. Estas
personas comprenden que, de tiempo en tiempo, herirán los sentimientos de los
otros, pero que no son ellos quienes determinan cómo se sienten las otras
personas. La gente con límites sólidos comprende que una relación sana no
implica controlar las emociones del otro, sino que cada uno apoye al otro en su
crecimiento individual y para resolver sus propios problemas.
No se trata de que todo lo que le es importante a tu pareja te sea importante a
ti; se trata de que tu pareja te sea importante, independientemente de lo que es
importante para él o ella. Eso es el amor incondicional, nene.
Cómo construir confianza
Mi esposa es una de esas mujeres que pasa mucho tiempo frente al espejo. Le
encanta verse increíble y amo que ella se vea increíble (obviamente).
En las noches que salimos, después de una hora de ponerse maquillaje,
peinarse, vestirse y lo-que-sea-quelas-mujeres-hacen-en-esas-sesiones en el
baño, sale y me pregunta cómo se ve. Ella posee una hermosura inusual. Sin
embargo, de vez en cuando, se ve mal. A lo mejor intentó algún nuevo peinado o
decidió ponerse un par de botas que algún extravagante diseñador de moda en
Milán pensó que eran avant garde. Cualquiera que sea la razón, simplemente no
funcionó.
Cuando se lo externo, por lo general se molesta. Conforme camina de nuevo
al armario o al baño para rehacer todo y propiciar que lleguemos con media hora
de retraso, escupe una serie de palabras altisonantes y, a veces, incluso lanza
unas cuantas de ellas en mi dirección.