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con esta búsqueda del placer. Pregúntale a una adúltera que humilló a su
familia y perdió a sus hijos si, después de todo, el placer la hizo feliz.
Pregúntale a un hombre que casi se comió a sí mismo hasta matarse si el
placer le ayudó a resolver sus problemas.
El placer es un dios falso. Las investigaciones muestran que la gente que
enfoca su energía en placeres superficiales termina más ansiosa, más
inestable emocionalmente y más deprimida. El placer es la forma más
superficial de satisfacción vital y por ello es la más fácil de obtener y la más
fácil de perder.
Sin embargo, nos venden el placer las 24 horas del día. Es nuestra obsesión.
Es lo que usamos para desensibilizarnos y distraernos. Pero este placer,
aunque sea necesario en la vida (en ciertas dosis), no es, en sí mismo,
suficiente.
El placer no es la causa de la felicidad; más bien es el efecto. Si haces todo
lo demás bien (los otros valores y parámetros), entonces el placer ocurrirá
naturalmente, derivará de esto.
2. Éxito material. Muchas personas miden su valía personal basándose en qué
tanto dinero ganan, qué tipo auto manejan o si su patio de enfrente es más
verde y más bonito que el de su vecino.
Los estudios demuestran que toda vez que uno es capaz de satisfacer las
necesidades físicas básicas (comida, techo y demás), la correlación entre la
felicidad y el éxito mundano rápidamente alcanza el cero. Si te estás
muriendo de hambre y vives en la calle, a la mitad de la India, un extra de
10 000 dólares al año afectaría mucho tu felicidad. Pero si te encuentras
cómodamente dentro de la clase media de un país desarrollado, un extra de
10 000 dólares anuales no afectará mucho, lo cual significa que te estás
matando trabajando horas extras y fines de semana para, básicamente, nada.
El otro problema de sobrevalorar el éxito material es el peligro de
priorizarlo sobre otros valores, como la honestidad, la no violencia y la
compasión. Cuando la gente se mide, no por su comportamiento sino por
los símbolos de estatus que va coleccionando, no solamente es superficial,
probablemente también sea cabrona.
3. Siempre tener la razón. Nuestros cerebros son máquinas ineficientes. De
manera constante asumimos mal, juzgamos equivocadamente las
probabilidades, recordamos mal los hechos, nos sesgamos cognitivamente y
tomamos decisiones con base en nuestros caprichos emocionales. Como
humanos, regularmente permanecemos muy equivocados, así que, si tu
parámetro para evaluar el éxito en la vida consiste en tener la razón, bueno,
te costará mucho trabajo reflexionar todas esas patrañas.