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evaluamos bajo distintos parámetros. Nuestras medidas son probablemente más
del tipo “No quiero trabajar para un jefe que odio” o “Me gustaría ganar
suficiente dinero para enviar a mi hijo a una buena escuela” o “Sería feliz si no
tuviera que dormir en las calles”. Y bajo estos parámetros, Mustaine es
salvajemente, inimaginablemente, exitoso. Pero bajo sus criterios —“Ser más
popular y exitoso que Metallica” — él es un fracaso.
Nuestros valores determinan los parámetros bajo los cuales nos evaluamos a
nosotros y a los demás. El valor de lealtad de Onoda al imperio japonés es lo que
lo mantuvo con vida en Lubang por casi 30 años, pero este mismo valor es
asimismo lo que lo hizo miserable a su regreso a Japón. El parámetro de
Mustaine de ser mejor que Metallica de seguro le ayudó a iniciar una carrera
musical increíblemente exitosa, pero esa misma métrica lo torturó más tarde, a
pesar de su éxito.
Si quieres cambiar la forma en la que percibes tus problemas, tienes que
modificar lo que valoras y/o cómo mides ese éxito/fracaso.
Como ejemplo, veamos otro músico que también fue echado de otra banda.
Su historia extrañamente hace eco con la de Dave Mustaine, aunque ésta sucedió
dos décadas antes.
Era 1962 y había mucho ruido sobre un grupo emergente de Liverpool,
Inglaterra. Dicha agrupación tenía cortes de cabello graciosos y un nombre aún
más simpático, pero su propuesta musical era innegablemente buena y la
industria de la música por fin se daba cuenta de ello.
Lo integraban John, el cantante principal y compositor; Paul, el bajista
romántico con cara de niño, y George, el guitarrista rebelde. Luego se les unió el
baterista.
Él estaba considerado como el más guapo del grupo, todas las niñas se
volvían locas por él y su rostro fue el primero que empezó a aparecer en las
revistas. Él también era el miembro más profesional del grupo. No le entraba a
las drogas. Tenía una novia seria. Incluso gente bien, de esa de traje y corbata,
creía que él debía ser la cara de la banda, no John o Paul.
Su nombre era Pete Best. Y en 1962, después de lograr su primer contrato de
grabación, los otros tres miembros de los Beatles silenciosamente se reunieron y
le pidieron a su representante, Brian Epstein, que lo despidiera. Epstein sufrió
con la decisión, Pete le caía bien, así que la fue aplazando, con la esperanza de
que los otros tres chicos cambiaran de opinión.
Meses posteriores, unos tres días después de haberse iniciado la grabación de
su primer álbum, Epstein finalmente llamó a Best a su oficina. Ahí, el
representante, sin grandes ceremonias, le pidió que se largara y encontrara otra
banda. No le dio razones, explicaciones ni condolencias, sólo le dijo que los