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cuestionando más nuestras propias intenciones y motivaciones. Si todos estamos
equivocados, todo el tiempo, ¿entonces no es el autocuestionamiento y el desafío
riguroso de nuestras propias creencias y suposiciones la única ruta lógica para el
progreso?
Lo anterior podría sonar atemorizante y autodestructivo, pero, de hecho, es lo
contrario. No es solamente una opción más segura, también es liberadora.
Los peligros de la certidumbre pura
Erin se sienta frente a mí en el restaurante de sushi y trata de explicarme por qué
no cree en la muerte. Han pasado casi tres horas, se ha comido exactamente
cuatro rollos de pepino y ha bebido una botella de sake completa ella sola. (De
hecho, ya va a la mitad de la botella número dos.) Son las cuatro de un martes
por la tarde.
Yo no la cité aquí, ella vio en internet dónde estaba y me vino a buscar.
De nuevo.
Lo ha hecho antes. Verás, Erin está convencida de que ella puede curar la
muerte, pero también tiene la certeza de que necesita mi ayuda para hacerlo.
Pero no un tipo de ayuda financiera o de negocios. Si tan sólo necesitara
consejos sobre relaciones públicas o algo, sería otra cosa. No, es mucho más que
eso: me necesita para ser su novio. ¿Por qué? Después de tres horas de
cuestionarla y una botella y media de sake, aún no me queda claro.
Mi prometida estaba en el restaurante con nosotros, por cierto. Erin creyó
que era importante que ella estuviera incluida en la discusión, pues quería que
supiera que estaba “dispuesta a compartirme” y que mi novia (ahora esposa) “no
debería sentirse amenazada” por ella.
Conocí a Erin durante un seminario de autoayuda en 2008. Parecía una
persona linda. Un poco loca, de esas que les gustan las cosas new age, pero era
abogada, había estudiado en una universidad de renombre y se veía inteligente.
Adicionalmente, se reía de mis bromas y me veía guapito, así que, obviamente,
dormí con ella.
Un mes después, me invitó a recorrer el país y a mudarme con ella. Esto me
pareció una especie de foco rojo y traté de romper nuestra relación. Respondió
diciéndome que se mataría si me rehusaba a estar con ella. Okey, eso sumó dos
focos rojos. Rápidamente la bloqueé de mi correo y de todos mis dispositivos.
Dicha acción la frenó un poco pero no la detuvo.
Años antes de conocerla, Erin sufrió un accidente automovilístico y casi
pierde la vida. De hecho, médicamente había “muerto” durante algunos
momentos —toda su actividad cerebral se detuvo—, pero la revivieron de
milagro. Cuando “regresó”, afirmaba que todo había cambiado. Se transformó en