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El-Sutil-Arte-de-Que-Te-Importe-Un-Carajo-Un-Enfoque-Disruptivo-Para-Vivir-Una-Buena-Vida-PDFDrive

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su casa ni hace algo al respecto. Un cierto hombre trabaja muchísimo y

considera que merece un ascenso, pero nunca se lo manifiesta de manera

explícita a su jefe.

A ambos les señalan que le temen al fracaso, al rechazo, a que alguien les

diga no.

Pero no es eso. Claro, el rechazo duele. El fracaso apesta. Pero hay

certidumbres particulares a las que nos aferramos, certidumbres que nos da

miedo cuestionar o dejar ir, valores que le han dado significado a nuestras vidas

a través de los años. Esa mujer no quiere salir a la calle y conocer a alguien

porque entonces se vería forzada a enfrentar sus creencias sobre su propio

atractivo. Ese hombre no pide el ascenso porque tendría que enfrentar sus

creencias respecto a cuánto valen sus habilidades.

Es más fácil sentarse sobre la certidumbre dolorosa de que nadie te

encontrará atractiva, que nadie aprecia tus talentos, en vez de realmente poner a

prueba esas creencias y conocer la verdad.

Las creencias de este tipo —que “no soy tan atractivo, así que para qué me

desgasto”; o que “mi jefe es un desgraciado, así que para qué molestarse”—

están diseñadas para proveernos un confort moderado hoy a costa de hipotecar

una mayor felicidad y éxito más adelante. Son estrategias terribles a largo plazo

y, sin embargo, nos aferramos a ellas porque asumimos que son correctas,

porque consideramos que ya sabemos lo que sucederá. En otras palabras,

asumimos que sabemos cómo termina la historia.

La certidumbre es el enemigo del crecimiento. Nada es seguro hasta que ya

ha sucedido, e incluso en ese momento, aún es debatible. Por ello, para que

ocurra cualquier tipo de crecimiento, es necesario aceptar las imperfecciones

inevitables de nuestros valores.

En lugar de buscar la certeza, deberíamos estar en búsqueda constante de la

duda: dudar de nuestras propias creencias, dudar de nuestros propios

sentimientos, dudar sobre lo que nos traerá el futuro, a menos que salgamos y lo

construyamos nosotros mismos. En vez de esperar estar en lo cierto todo el

tiempo, deberíamos buscar en qué estamos equivocados todo el tiempo. Porque

lo estamos.

Estar equivocado abre la posibilidad de cambiar. Estar equivocado ofrece la

oportunidad de crecimiento. Significa que no te abrirás el brazo para curarte un

resfriado ni te refrescarás la cara con pipí de perro para verte joven de nuevo.

Implica no pensar que “mediocre” es un vegetal e implica no tener miedo a que

las cosas te importen.

Aquí tenemos algo extraño, pero cierto: en realidad, no sabemos lo que es

una experiencia positiva o negativa. Algunos de los momentos más difíciles y

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