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de quienes — al de menos alguno de ellos— han heredado esos mismos rasgos.
Así que su modelo de relación “feliz” se basa en límites mediocres y en la idea
de sentirse con derecho a todo.
Tristemente, ambos fracasarán en satisfacer las necesidades del otro. De
hecho, su patrón de culpar y aceptar la culpa perpetúa su creencia de sentirse con
derecho a todo, así como su débil autoestima, mismos que, de inicio, los han
alejado de su propósito de satisfacer sus necesidades emocionales. La víctima
crea más y más problemas para resolver, no porque los problemas reales
adicionales existan sino porque le consiguen la atención y el afecto que busca. El
salvador resuelve problemas no porque de verdad le importen sino porque cree
que debe solucionarlos para merecer la atención y el afecto de los demás. En
ambos casos, las intenciones son egoístas y condicionadas y, por lo tanto, de
autosabotaje; y el amor genuino rara vez se experimenta.
La víctima, si de verdad amara al salvador, diría: “Oye, éste es mi problema,
no tienes que resolverlo por mí. Solo apóyame mientras yo lo soluciono”. Eso
realmente sería una demostración de amor: asumir la responsabilidad de tus
propios problemas y no hacer sentir a tu pareja responsable de ellos.
Si el salvador en realidad quisiera rescatar a la víctima, diría: “Oye, estás
culpando a los demás por tus propios problemas, hazte cargo tú de ellos”. De una
forma un tanto dura, sería realmente una demostración de amor: ayudarle a
alguien a resolver sus propios problemas.
En vez de esto, las víctimas y sus salvadores se utilizan para encontrar
bienestares efímeros. Es como una adicción que satisfacen el uno en el otro.
Irónicamente, cuando se les presenta la oportunidad de salir con una persona
sana en términos emocionales, con frecuencia se sienten aburridos o que les falta
“química” con ella. Dejan pasar a esos individuos emocionalmente sanos y
seguros de sí mismos porque una pareja que confía en sí misma, con límites
firmes, no resulta tan “emocionante” para estimular el bienestar efímero que
ellos necesitan.
Para las víctimas, la cosa más difícil en el mundo es hacerse responsables de
sus problemas. Han pasado su vida creyendo que los demás son responsables de
su destino. El primer paso para asumir esa responsabilidad con sí mismas es, por
lo general, atemorizante para ellas.
Si tú haces un sacrificio por alguien que te importa, debe ser por qué deseas
ayudarlo, no porque te sientes obligado o porque le temes a las consecuencias de
no hacerlo. Si tu pareja hará un sacrificio por ti, debe ser porque genuinamente
desea hacerlo, no porque hayas manipulado su decisión con chantajes, ira o
culpa. Los actos de amor son válidos sólo si se realizan sin condiciones ni
expectativas.